Paúl Freire
Practico fútbol. Crossfit y todo tipo de deporte que no sea de gran inversión. Soy zurdo hasta para silbar y con la experiencia necesaria para decir lo que pienso y defender lo que creo. También tengo título pero quiero que me tomen en cuenta por lo que sé más que por los cuadros que tengo en mi pared.
Es la típica frase que usan los jóvenes de barrio cuando un allegado les pregunta: ¿qué consejo me darían ahora que quiero casarme? Y es quizás una respuesta que se interpreta como atrevida pero que en el fondo trae un mensaje del que nadie quiere hacerse cargo y que resulta más fácil bromear con las decisiones de otros que con las nuestras.
Y es que en estos últimos días la «moda», sí entre comillas, de postear en redes sociales frases de apoyo y felicitación para Richard Carapaz se ha vuelto tan normal como levantarse de la cama y empezar un nuevo día.
Es verdad que lo del «Mijín» no tiene comparación. A bordo de su caballito de acero mostró al mundo que acá en América del Sur existe un país que a pesar de siempre apostarle al fútbol -ingrato en más de una ocasión- es fuerte por lo que hace su gente a base de su esfuerzo.
No vaya a pensar que estoy hablando mal del fútbol o que le hago de menos, nada que ver. El tema aquí es comprender el motivo por el cual todos esperamos con ansias un partido de la Tri e incluso hasta pagamos para verla jugar. Se viene una inevitable interrogante ¿Haríamos lo mismo si existiera el famoso PPV -pague por ver- para mirar a un compatriota competir? Esta pregunta es un pase gol, veamos quién lo remata…
Me atrevo a decir que meses atrás, un alto porcentaje de quienes somos parte de #MiEcuadordelalma, no sabía que a escala mundial existe un Narváez, un Cepeda o un Caicedo, y no hablo del Felipe, que al igual que el Mijin se preparan a diario para competir con la élite mundial.
El anterior es un indicador de las condiciones que tenemos los ecuatorianos. Esa de luchar a diario, con mascarilla en la nariz y alcohol en mano, para sobrevivir en esta realidad marcada por la pandemia y por varias limitaciones que sin quererlas nos toca vivir.
Preguntemos a unos tales -aplico este término ya que muchos ni siquiera sabrán quién son- Chito, Viveros, Mina, Ocampo, por ejemplo, ¿cuánto trabajaron para llegar al sitio en el que actualmente se encuentran? y que al igual que los Nazareno, los Zambrano, los Pilataxi, los Chocho, los Morejón, se fajan a diario para sobresalir en lo que hacen.
En ocasiones hay que luchar contra todo. Lo demostró Richie en la vuelta a España, específicamente en la etapa 17 batallando contra un Roglic que si no hubiese sido por la “arropada” del exequipo de Carapaz y las bonificaciones que sumó en la vuelta, se las veía complicado ante una locomotora que cuando prendió motores dejó atrás a todo rival que se le puso en frente.
Este, su triunfo, nos hace pensar seriamente lo que cada uno realiza desde el lugar en el que se encuentra y a no esperanzarse en recibir ayuda del resto sino entender que somos nosotros mismos los responsables de la realidad en la que vivimos y de todo lo que tenemos.
En otras palabras, deje de adueñarse de triunfos ajenos y comience a labrar los suyos. Una vez que entienda la responsabilidad que conlleva esta acción, pensará más de una vez si responder: “mejor cómprate una bici y así montamos todos”. (O)
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