Pablo Cruz Molina
Chef, emprendedor gastronómico, consultor y docente. Veinte y seis años en la actividad profesional y dieciséis en la academia universitaria en Quito con dos maestrías de especialidad: Recreación y Aprendizaje lúdico e Innovación en la gestión del patrimonio gastronómico. Amante de la cocina ecuatoriana, llevándole a presentar ponencias en prestigiosas universidades internacionales.
Los hábitos son las prácticas habituales de alguna actividad. Los humanos las adquirimos por repetición. Muchas veces producidas por nuestro comportamiento ante una situación pero en la gran mayoría puesto en nuestro inconsciente por experiencias adquiridas o en la enseñanza padres-hijos.
Un profesor nos ejemplificaba esta situación diciendo que los bebés llegan con el disco duro vacío y que se va llenando de conocimientos con las experiencias y conocimientos que les dan sus padres y la propia vida. Un bebé no sabe que el ají pica y tiene dos vías de aprendizaje. Probándolo y sintiendo su sabor o cuando la mamá le dice eso es picante no te lo comas.
Hay una máxima en Nutrición que dice que puedes estar sano o enfermo por la comida. Todo dependerá qué ingerimos, cuánta cantidad y cómo está preparado o cocinado dicho alimento. La forma de alimentarse se la conoce como hábitos de alimentación y junto al tener o no una actividad física te puede tenerte sano o enfermo.
Los hábitos de alimentación que tenemos hoy por hoy en el país, no son los adecuados. Se conoce que en el Ecuador en las edades comprendidas entre 19 y 65 años existe una prevalencia del 35% de sobrepeso. El 60% de la población está en riesgo de llegar a una obesidad mórbida. Lo que nos dicen estos datos es que la población de nuestro país posee hábitos de alimentación negativos con lo que acrecienta las enfermedades no transmisibles como la Diabetes tipo B, Hígado graso, Hipertensión arterial y muchas complicaciones más, producto de estas. El sedentarismo es otro factor determinante en este problema de salud público.
La alimentación debe ser realizada bajo un equilibrio de los nutrientes. Existen alimentos que debemos consumir más y otros menos. La OMS sugiere este equilibrio con la llamada pirámide nutricional, donde en la parte baja se encuentran los que más hay que consumir; están los cereales integrales, el agua, frutas y verduras conjuntamente con la actividad física y técnicas de cocción saludables como el hervido, al vapor u horneado.
En la parte central, o sea de consumo moderado está las carnes blancas y lácteos, en menor cantidad las carnes rojas. En la cúspide de la pirámide, o sea de consumo mínimo o de preferencia nulo, están los productos con azúcar, ricos en grasa, saturados en sal, productos a base de harinas procesadas.
Lastimosamente la industria alimentaria descubrió que el ser humano fácilmente puede hacer adición a los sabores como lo salado, lo dulce y el que es producto de la grasa. Es ahí donde el equilibrio se pierde por es simple hecho de saborear lo que supuestamente es delicioso. Ahí es donde se forman los malos hábitos de alimentación al preferir los alimentos de la parte superior de la pirámide.
Personalmente pienso que no es fácil cambiar los hábitos de alimentación cuando toda una vida se ha consumido de una forma equivocada. Se requiere conocimientos y conciencia pero sobretodo fuerza de voluntad. Expertos dicen que se necesita 21 días para imponer un hábito bueno pero solo 3 para uno malo. Por qué será que los humanos esperamos estar con sobrepeso o peor aún ya con complicaciones de salud para darnos cuenta lo importante que es mantener el equilibrio nutricional óptimo mediante hábitos de alimentación saludable y actividad física.
Así como visitamos al dentista alguna vez en la vida, deberíamos visitar a un nutricionista para que nos ayude a identificar nuestro riesgo y planificar una alimentación que nos de salud. Deberíamos tener también un gastrónomo de cabecera para consultar preparaciones, productos, recetas y métodos de cocción. La alimentación es una actividad sistémica que no solo cuida la salud sino apoya a la cultura y economía.
Cuánto nos falta conocer pero a la vez cuánta voluntad personal necesitamos por ese buen vivir. ¡Debemos empezar ya!