Texto y fotos: Pamela Cardona* (Colaboradora)
Con el apoyo de la Fundación Ahínco Acción en Comunidad y el financiamiento de la Corporación Fondo Ágil, adolescentes y jóvenes entre 16 y 30 años fortalecen sus capacidades en el proyecto social “No Descartables construyendo vínculos de oportunidades”.
Entre sus participantes están jóvenes que buscan dejar atrás las adicciones y se insertan en el Centro de apoyo psicológico y familiar «Bienestar» de la ciudad de Tulcán, provincia ecuatoriana de Carchi.
Debido a los prejuicios y a la discriminación de la sociedad muchos jóvenes son marginados y abandonados con su realidad. De ahí que este proyecto sea un aliciente para que ellos puedan encontrar el modo de lograr su integración social.
Este proyecto se desarrolla en una carpintería y busca que los beneficiarios aprendan técnicas de trabajo que a la vez les permita insertarse en el mundo laboral con éxito.
Su objetivo es desarrollar las potencialidades de los jóvenes y despertar sus intereses, el propio reconocimiento, su autovaloración y amor por sí mismos. Allí ellos se sienten útiles y encuentran oportunidades de una nueva vida.
Yomaira Placencia, presidenta de la Fundación Ahínco Acción en Comunidad, dijo que la importancia que tiene este taller es “crear oportunidades para una futura inserción social y laboral de personas en riesgo de exclusión social, por medio del aprendizaje de los oficios de carpintería y cerrajería».
En el proyecto también participan adolescentes y jóvenes, cuyas condiciones de vida los expone constantemente a la exclusión social, imposibilitando el goce de sus derechos como la educación, formación, alimentación, salud y trabajo.
Ellos se enfrentan a un cúmulo de circunstancias desfavorables como prejuicios y discriminación, que provocan incapacidad para lograr una vida digna. Además, su nivel educativo, los sitúa en desventaja en la sociedad.
“El taller alimenta mi ser, hay cosas que no logro resolver, es un espacio donde me siento bien, me abraza una energía de paz, de aprender, estar con artistas, relacionarme con el arte, soy lo que vivo y soy lo que hago. Lo que más me motivó fue un árbol que hice. Me gusta tallar la madera, es mi terapia ocupacional y vivencial”, señala Sergio, uno de los jóvenes que se encuentra en la capacitación.
Su aprendizaje es variado y va desde el manejo de las herramientas hasta la transformación de la madera en objetos útiles, permitiendo que ellos puedan vender o destinarlo para su propio uso. Lo importante es el trabajo en equipo, el apoyo entre compañeros y lograr entender la realidad de cada uno.
José tiene 16 años. Mira a este espacio como una oportunidad de trabajo. Le gusta aprender a dar forma a la madera. «Me gusta dibujar y construir cosas para poder venderlas», asegura.
Por su parte, Miguel expresa que su motivación principal es «aprender a crear cosas sencillas con gran calidad e innovación, utilizando residuos de madera».
Las destrezas adquiridas por los jóvenes les permitirán construir condiciones para valorarse a sí mismos, recuperar el sentido de la vida y de pertenencia, la responsabilidad de generar sus propias oportunidades, inserción laboral, promoviendo de esta forma un proceso de inclusión para ellos y para más jóvenes en sus mismas condiciones.
Juan Carlos Pilacuán, es psicólogo clínico y atiende a los jóvenes en este proyecto. Hace 5 años trabaja con las problemáticas de consumo de drogas.
Su trabajo terapéutico parte de una etapa de inserción y recuperación para trabajar la parte terapéutica, posteriormente la reinserción laboral y finalmente la autonomía de los jóvenes. Cada proceso se contempla de 6 meses a un año, según la problemática de la persona.
“El taller y la actividad manual hacen que los jóvenes se sientan eficientes, autoeficaces y hábiles. La posibilidad de crear les da la capacidad de empoderarse, de querer estar bien para asistir al taller, manejar las herramientas, trabajar y convivir con otros. Ser solidario con el otro, hablamos de autoeficacia”, dice.
«Vemos mucha perspectiva en la posibilidad de la rehabilitación, vemos que es verdad que un chico sí se puede recuperar y a futuro producir» , menciona el psicólogo tratante de este proyecto.
Esteban Espinosa, artesano orfebre y técnico mecánico, es uno de los instructores del taller. Él señala que “lo esencial fue construir el taller al mismo tiempo que se daba la capacitación, dar bases de carpintería, suelda, pintura, cómo tratar a los materiales, pero lo más importante es la apropiación del espacio. Experimentar su potencialidad mostró la capacidad de proyectar y crear arte desde los jóvenes y que ellos puedan hacer lo que imaginan».
«Cuando se enseña los principios básicos de la mecánica te permite proyectar nuevas cosas e irte más allá de lo establecido, concentrarte en el creación de algo y cuando alguien se concentra no tiene tiempo de pensar en otras cosas”, explica.
Para dar lugar al proceso de capacitación en carpintería, se gestionó la obtención de donaciones de residuos de madera. Así de Industrias de Sistemas Eléctricos (Inselec) de Quito, recibieron palets, y el Aserradero Bolaños de Tulcán donó los retazos que quedan después de procesar la madera que vende.
Por eso, hacen una invitación a la industria maderera y a quienes trabajan en la producción con esta materia prima, para sigan el ejemplo de estas empresas y donen los retazos que les quedan.
De ese modo ellos pueden realizar esta importante actividad de capacitación que les permite dar un sentido a su vida, crear y desarrollar su arte en madera y poder generar un ingreso económico propio.
“Esta actividad de recoger y organizar con los mismos participantes, los ‘retazos’ de madera y palets donados, se constituyó en un catalizador para reflexionar que aquella madera considerada como ‘descartable’, puede convertirse en materia prima para la elaboración de objetos útiles” , comenta Yomaira.
Santiago Monsalve, instructor en carpintería, explica cómo es su participación en este proyecto. “Este aprendizaje de carpintería comienza con un acercamiento hacia la fuerza de la madera, de las características de la madera sobre los proyectos que se puedan imaginar, descubrir esas inquietudes estéticas, artísticas, dentro de un proyecto ya real de carpintería. Conocer las herramientas ayudan al ser humano en su proceso mental creativo”, señala.
Estas iniciativas permiten lograr su inserción, no solo a lo laboral sino principalmente a la sociedad, y constituyen una oportunidad de trabajo para la obtención de recursos económicos.
Sin embargo, reflejan que esta situación que ellos enfrentan no es un problema aislado, sino que se repite en el país y necesita que la sociedad se ocupe de incluirlos de manera colectiva, hacerlos sentir parte de una comunidad, “de un todo” y brindarles los espacios necesarios para su asistencia terapéutica y profesional.
De parte del Estado ecuatoriano urgen políticas públicas coherentes y afectivas que aborden estas problemáticas, ya que es su responsabilidad brindar todas las garantías del goce y cumplimiento de los derechos a todos los ciudadanos de este país.