Migrantes ecuatorianos enfrentan dificultades para conseguir empleo, lidiando con salarios bajos y condiciones laborales precarias. Los compatriotas salen de su país para huir del desempleo, pero se topan con una realidad similar. La competencia es dura. Esta es la tercera entrega de la serie “Ecuatorianos en la frontera”.
Alrededor de las 06:00, casi todos los días, una furgoneta se parquea en la esquina de la calle 69 y Hicksville Road, un sector comercial en el condado de Queens, en el estado de New York.
El conductor del vehículo, no dice nada. Solo abre la puerta de su automotor y espera que varios hombres se suban. Luego de unos 20 minutos, se marcha con los que estén.
«Felipe» (nombres en reserva) también se embarcó en la camioneta, pero unos minutos después se bajó del carro con un ánimo de decepción. «Prefiero esperar a otro trabajito», resignó mientras el vehículo se alejaba del lugar.
«Los gringos (estadounidenses) vienen en sus carros para dar trabajo, pero pagan muy poquito», explicó.
Hace tres meses, Felipe llegó a la localidad de Queens. Vive con un amigo «hasta que encuentre trabajo y consiga plata para pagar un cuarto». Pero los planes parecen alejarse. «Estoy entrando en desesperación», reconoció.
El hombre de 28 años, se autodenominó como «obrero multifacético». Realiza trabajos de albañilería, carpintería, jardinería y electricidad. Pero, sus conocimientos no le ayudan, porque hay mucha mano de obra barata.
Antes de radicar en Estados Unidos, se quedó sin empleo cuando terminó un contrato en una empresa de seguridad en Ibarra (Imbabura). Después vino a Quito para ofrecer sus servicios en una esquina de la Seis de Diciembre y Granados (sector El Batán).
Con el dinero que le sobró de la liquidación pagó el viaje para llegar a territorio estadounidense. «Pensé que iba a ser más fácil encontrar trabajo, pero la competencia es dura», reiteró.
Felipe no es el único que espera en el sector para que lo contraten. Al frente de esa esquina, debajo del puente 7 de la Estación Plaza Corona, se encuentra Rodrigo A., un artesano de 42 años, que estaba a la espera de una «chaucha». Regularmente llega a las 08:00, pero hasta el mediodía, nada. «Los gringos prefieren a los mexicanos y a los venezolanos. Dicen que son más baratos», renegó.
Estas esquinas son particularmente un punto de encuentro de los compatriotas, a la hora de buscar empleo. En Queens, reside la mayor comunidad de compatriotas en Estados Unidos. En 2023 había una población de alrededor de 71.300 connacionales, lo que representa la mayor comunidad en cualquier condado de Estados Unidos.
El sector también es conocido por su saturación de anuncios de agencias de empleo. Aun así, los compatriotas no acuden a estos servicios. Prefieren probar suerte en las esquinas, aunque eso represente ser vulnerables a trabajos «dudosos», opinó Alejandro, un joven guayaquileño que radica en esa comunidad desde 2008.
El joven de 28 años aseguró que los ciudadanos estadunidenses conocen que en la zona hay personas en búsqueda de empleo y le sacan provecho. «Saben que la mano de obra es barata, además, que así no tienen que pagar impuestos. Y a veces, los trabajos pueden ser de delitos (drogas, prostitución, trata), pero de la necesidad, ellos aceptan», aseguró.
El incumplimiento laboral es latente
El Departamento de Trabajo de Estados Unidos emitió un informe sobre el cumplimiento laboral de ese país. Según el documento, en la agricultura, alrededor del 30% de denuncias por violaciones laborales, se encuentra a cargo de migrantes; en el campo de la construcción, las quejas por violaciones contra indocumentados representa el 25%.
Los casos más comunes fueron el incumplimiento de pago de sueldo, pago de salarios inferiores, impago de horas extra, condiciones de trabajo inseguras, retención de salarios y amenazas de deportación.
Según las cifras del Centro de Derechos del Migrante, los trabajadores de América Latina, incluido los ecuatorianos, son especialmente vulnerables a la explotación laboral en Estados Unidos, debido a su estatus migratorio irregular y la falta de conocimiento de sus derechos.
El último informe (2019) reveló que el 94% de los trabajadores encuestados experimenta al menos tres violaciones graves en sus derechos, mientras que el 86% reportó que las mujeres recibían peores condiciones laborales que los hombres.
El trabajo informal también recurre en el país del norte
El primer trimestre de 2024 en Ecuador mostró un aumento en el desempleo y el empleo precario. Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), la tasa de desempleo alcanzó el 4,1%, un incremento de 0,3 puntos porcentuales respecto al mismo período de 2023.
Las cinco ciudades evaluadas por el INEC mostraron un aumento en el desempleo, con Quito registrando la mayor tasa de inactividad laboral (8,8%) y Machala con un 7,6%.
El empleo adecuado disminuyó en varias ciudades: Cuenca pasó del 59% al 55,7%, y Quito del 58,1% al 56,4%. El subempleo también aumentó, especialmente en Guayaquil, donde la tasa subió a 19,2%.
A nivel nacional, el empleo en el sector informal se situó en 54,2%, frente al 53,5% del año anterior. Aunque cerca de 64.000 jóvenes ingresaron al mercado laboral gracias a los incentivos gubernamentales, las mejoras en los indicadores laborales aún no son significativas.
Ese es el panorama por el cual, miles de ecuatorianos se han visto obligados en salir del país. De ahí que la ola migratoria no se detiene. De eso da cuenta el movimiento de entradas y salidas que reporta la Oficina de Migración de Panamá.
Entre 2022 y lo que va de 2024, 402.660 ecuatorianos fluctuaron en entradas y salidas de ese país. Solo en este año se registraron 88.719 movimientos. La mayoría de tuvo como próximo destino, México para después desplazarse hacia Estados Unidos.
Al llegar a ese territorio, los connacionales caen nuevamente en una suerte de informalidad, debido a su desconocimiento del idioma, barreras culturales, pero sobre todo debido a su estatus migratorio irregular, que les obliga a tener un trabajo ilegal propenso a sanciones.
Ese es un riesgo que está dispuesta a correr «Luisa» (51 años). Ella vende mangos, refrescos y agua en el Midtown de Manhattan (New York). La comerciante ambateña llegó al país huyendo de los «vacunadores». Doña Luisa vendía dulces de higo en Latacunga y Salcedo (Cotopaxi), pero se quedó sin empleo, porque cerró su negocio y salió del país.
Llegó a Estados Unidos a través de la ruta Guayaquil, Colombia, Panamá, cruzó El Darién hasta llegar a Texas. Después de dos intentos llegó a la «Gran Manzana», en donde vende la fruta.
Para evitar los controles, contó, se queda en las esquinas solo por breves instantes, para que la Policía no le llame la atención. «No tengo de otra. De algo tenemos que vivir», explicó.
Belén Albuja, abogada ecuatoriana, especializada en temas migrantes, advirtió que es importante que los ciudadanos se informen sobre sus derechos, para evitar la explotación laboral. Recordó que, en el país, muchos irregulares no consiguen trabajo, pero cuando lo encuentran se someten a condiciones de explotación.
De ese riesgo está pendiente Felipe. El ciudadano contó que se siente frustrado llegar a su casa sin un centavo, pero al mismo tiempo, dijo, «no quiero exponerme a jefes abusivos». (I)