La salud mental en Ecuador enfrenta un nuevo reto ante el incremento en frecuencia e intensidad de desastres naturales, impulsados por el cambio climático.
Según el Ministerio de Salud Pública, aproximadamente el 15% de la población ecuatoriana padece algún tipo de trastorno mental, con la depresión y la ansiedad entre los más comunes. Estos números han aumentado en zonas afectadas por catástrofes naturales, donde la incidencia de problemas de salud mental como el estrés postraumático, la ansiedad y los trastornos del sueño ha registrado un alza notable.
El cambio climático ha acelerado el ritmo de desastres como incendios forestales, inundaciones y sequías, impactando tanto la infraestructura como el bienestar emocional de quienes los viven. La incertidumbre y el temor a la pérdida total de bienes y recursos dejan profundas huellas psicológicas en las personas afectadas.
“Los efectos de estos eventos no se limitan a las pérdidas materiales, afectan directamente el bienestar emocional de los individuos”, afirma un representante de la ONG Humana, que brinda apoyo psicológico a comunidades afectadas por estas catástrofes.
La ONG Humana, dedicada a la salud mental, ha observado que la mayoría de los sobrevivientes de desastres naturales en Ecuador no buscan ayuda psicológica tras el evento, lo que complica la recuperación emocional.
Para los expertos de Humana, reconocer la relación entre el cambio climático y el impacto en la salud mental es crucial. Los trastornos como la ansiedad y la depresión no solo afectan el bienestar individual, sino también la capacidad de respuesta de la comunidad ante futuras emergencias.
Humana recomienda medidas para gestionar la salud mental en tiempos de crisis, como limitar el consumo de noticias para evitar el aumento de ansiedad y enfocarse en fuentes de información confiables. “Mantenerse informado es clave, pero exponerse demasiado a las noticias o redes sociales puede intensificar el estrés”, señalan los especialistas de Humana. Dedicar tiempo a actividades como la meditación y la respiración profunda también puede ser una estrategia efectiva para controlar el estrés y preservar el bienestar emocional en situaciones de crisis.
Otras recomendaciones incluyen hablar de los temores y emociones con personas de confianza, ya que expresar los sentimientos es una forma saludable de procesar la ansiedad. La ONG ofrece servicios psicológicos especializados, incluyendo consultas para adultos y niños, atención psiquiátrica y terapias familiares, con el objetivo de proporcionar un respaldo emocional durante y después de una crisis.
El impacto del estrés prolongado en el sueño es otro aspecto que Humana aborda en sus recomendaciones. Dormir bien es esencial para el equilibrio emocional, y una rutina de descanso que excluya el uso de pantallas antes de dormir puede ser un paso efectivo para lograrlo. “El estrés constante afecta el sueño, y esto agrava el estado emocional de las personas”, advierten desde Humana. Dormir adecuadamente no solo contribuye a una recuperación más rápida, sino que mejora la capacidad de respuesta emocional ante nuevas crisis.
La ONG resalta que la preparación ante desastres no debería limitarse a tener un plan de evacuación o seguro de bienes materiales, sino también a proteger la salud mental. Este enfoque integral busca fortalecer el bienestar emocional de las personas y sus familias frente a los efectos del cambio climático.
La reciente aprobación de la Ley de Salud Mental por parte de la Asamblea Nacional también responde a esta creciente necesidad de atención en salud mental. La normativa establece que los servicios de salud mental deben formar parte de la atención primaria en Ecuador, garantizando que personas afectadas por catástrofes naturales y otras situaciones de emergencia puedan recibir la ayuda necesaria de manera oportuna.
De acuerdo con las proyecciones del Ministerio de Salud, la nueva ley permitirá reducir significativamente la brecha de atención en salud mental, que actualmente afecta a más del 70% de quienes padecen trastornos mentales en el país.
Además, la normativa promueve la capacitación de profesionales y la creación de programas de prevención y educación en salud mental, los cuales tendrán un impacto directo en las comunidades vulnerables, especialmente aquellas expuestas a riesgos climáticos.
Con estos esfuerzos integrados, Ecuador busca enfrentar los desafíos de la salud mental desde una perspectiva más completa, en la cual el cambio climático y sus efectos psicológicos también son parte de la agenda de bienestar del país. (I)