
En Ecuador, el consumo de tabaco entre adolescentes de 13 a 15 años bajó del 25% en 2001 al 20,4% en 2016, según el Ministerio de Salud. Sin embargo, preocupa el aumento del uso de vapeadores y productos de tabaco calentado entre jóvenes. Estos dispositivos, presentados como modernos e inofensivos, también contienen nicotina y son altamente adictivos.
Cada 31 de mayo, el mundo recuerda los estragos del tabaco con una jornada que busca visibilizar sus riesgos. En 2025, la campaña del Día Mundial Sin Tabaco lleva por lema “Productos seductores. Intenciones perversas. Desenmascarar el atractivo”. Este enfoque, impulsado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), denuncia las estrategias de marketing diseñadas para enganchar a las nuevas generaciones a través de sabores y presentaciones llamativas.
En Ecuador, las cifras preocupan. Aunque el país ha tenido avances en la regulación del tabaco, el consumo entre adolescentes sigue siendo motivo de alerta. Andrés Benavides, técnico del Ministerio de Salud Pública (MSP), lo explica con claridad: «Los nuevos productos como los vapeadores o los cigarrillos electrónicos están siendo diseñados para seducir a adolescentes, con saborizantes y colores que disimulan su verdadero peligro».
La amenaza no es nueva. La industria tabacalera ha modificado sus tácticas para seguir captando consumidores, pese a las regulaciones que países como Ecuador han impuesto. La Ley Orgánica para la Regulación y Control del Tabaco (LORCT), vigente desde 2011, prohíbe fumar en espacios cerrados y exige advertencias sanitarias en los empaques. Sin embargo, las estrategias de las tabacaleras se adaptan más rápido que las leyes.
“Hoy vemos que los adolescentes ya no fuman cigarrillos tradicionales, sino que consumen vapeadores creyendo que son inofensivos. Esto no es cierto. Tienen nicotina y otras sustancias altamente adictivas”, advierte Benavides.
El rostro joven del tabaquismo
Las encuestas respaldan la preocupación. Según datos de la Encuesta Mundial de Tabaco en Jóvenes, en Quito, la prevalencia de consumo de productos de tabaco entre adolescentes de 13 a 15 años bajó del 25% en 2001 al 20,4% en 2016. A escala nacional, esa cifra fue del 13% en 2016. No obstante, se espera que los resultados de la encuesta de 2024 revelen si esa tendencia se ha mantenido o se ha invertido.

Benavides explica que esta encuesta, que se aplicó a 4.766 estudiantes de 79 colegios del país, permitirá conocer datos actualizados sobre el consumo de cigarrillos, vapeadores y nuevos dispositivos de tabaco calentado. “Por primera vez vamos a tener información nacional sobre estos productos. Sabremos cuántos jóvenes están expuestos a la publicidad, qué piensan sobre estos productos y cómo acceden a ellos”, detalla.

La encuesta también incluirá datos sobre exposición al humo de segunda mano y sobre intervenciones escolares. Estos indicadores serán claves para ajustar las estrategias de prevención que impulsa el Ministerio.
Un dato alarmante revelado por Benavides es que el consumo de tabaco en hombres adolescentes casi duplica al de mujeres. En 2016, el 24,5% de varones entre 13 y 15 años consumía productos de tabaco, frente al 16,6% de las mujeres. Aunque la diferencia ha persistido, no se puede decir que haya un descenso significativo en el consumo femenino.
Una amenaza que se transforma

El problema ya no se limita al cigarrillo convencional. En Ecuador, se venden legalmente productos como vapeadores y dispositivos de tabaco calentado, que aunque no generan combustión, también son nocivos. “Estos productos no son menos dañinos. No deben ser presentados como alternativas seguras ni como una forma de dejar de fumar”, insiste el experto.
La OMS coincide en que estos dispositivos no son una herramienta válida para cesar el tabaquismo. Por ello, el MSP exige que los vapeadores incluyan advertencias sanitarias, paguen impuestos y sean regulados al igual que cualquier otro producto de tabaco.
En adultos, el panorama no es muy distinto. La Encuesta STEPS de 2018 encontró una prevalencia del 13,7% de consumo de tabaco en personas entre 18 y 69 años. Aunque parece una cifra moderada, su impacto en salud pública es significativo, especialmente por las enfermedades asociadas como cáncer, enfermedades pulmonares y cardiovasculares.
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“El país ha sido un referente en la región. En 2012, fuimos reconocidos como uno de los países con mejores advertencias sanitarias en el mundo”, recuerda el funcionario. En 2025, ese liderazgo fue ratificado con un nuevo reconocimiento de la OMS durante la 78.ª Asamblea Mundial de la Salud.
El compromiso institucional se mantiene. La lucha antitabaco no es una moda ni una campaña pasajera, sino una política de salud pública que busca proteger, sobre todo, a los más vulnerables: los adolescentes.
La industria, por su parte, sigue generando nuevos productos y discursos para presentarlos como modernos o menos dañinos. Esa narrativa es desmentida tanto por estudios científicos como por organismos internacionales.
“Los sabores frutales, los dispositivos con luces y las campañas en redes sociales están dirigidos a los jóvenes. Es una estrategia perversa”, concluye Benavides.
Por eso, este 31 de mayo no es solo una fecha simbólica. Es un recordatorio de que detrás de los empaques coloridos y los aromas artificiales se esconde una industria que apuesta por la adicción de nuevas generaciones.
Y en Ecuador, la batalla no ha terminado. Falta aún conocer los resultados completos de la última encuesta y evaluar nuevas políticas que refuercen lo avanzado. Pero con información, prevención y regulación, se mantiene viva la esperanza de un país con menos humo y más salud. (I)