lunes, julio 21, 2025
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La extradición de “Fito”: entre el alivio y la amenaza

Por: Gabriel S. Galán Melo

La reciente extradición de Adolfo Macías, alias “Fito”, líder de una de las organizaciones criminales más poderosas de Ecuador, marca un hito importante en la lucha contra la delincuencia organizada. En efecto, es una noticia que genera alivio y expectativa, pues evidencia que la extradición, largamente discutida, sí es posible (a pesar de que, en gran medida, haya sido la actitud apacible y voluntaria del finalmente extraditado la garantía real de la efectividad acelerada de este proceso). Más aún, cuando la misma puede ser utilizada como una herramienta estratégica para debilitar a las estructuras delictivas que han puesto en jaque al Estado ecuatoriano.

El hecho de que “Fito” enfrente la justicia en Estados Unidos de América lanza un mensaje preclaro a las bandas delictivas: la impunidad no está garantizada ni siquiera para los capos más poderosos del país. Ya que, en Ecuador, en el que el sistema judicial ha sido fuertemente erosionado por la corrupción, la amenaza de una justicia aparentemente implacable fuera de nuestras fronteras se convierte en una opción real para combatir a quienes no temen al sistema de justicia local. En este sentido, la extradición de “Fito” parece una victoria jurídica y simbólica ciertamente alcanzada, aunque la misma hace -dolorosamente- aún más visible la incapacidad de nuestras instituciones para juzgar a los individuos que delinquen en nuestro territorio.

Foto: Alias «Fito» es sacado de la cárcel «La Roca» para ser llevado al avión que lo llevaría extraditado a Nueva York-EEUU. Cortesía SNAI

Sin embargo, esta victoria está lejos de ser definitiva. La salida de “Fito” del escenario criminal nacional puede suponer también el inicio de un nuevo ciclo de violencia. El vacío de poder que deja puede detonar disputas internas en su organización o abrir oportunidades para otros grupos -nacionales e internacionales- que buscan expandirse en el control del narcotráfico, las rutas de la droga, los territorios y las economías ilegales. Una guerra por la sucesión es tan probable como letal. Por eso, el júbilo por esta extradición no debe hacernos perder de vista una verdad fundamental: la lucha contra la delincuencia organizada no se gana con un golpe aislado, por importante que este sea; necesita inevitablemente la implementación de una política integral, permanente y firme, que incluya inteligencia, fortalecimiento institucional, depuración del sistema de justicia, control territorial y políticas sociales de prevención. Sí, como nación hemos dado un paso importante, pero también se ha abierto un nuevo frente de incertidumbre. Por ello, celebrar sin matices sería ingenuo, así como desistir sería cobarde.

Ahora, lo que corresponde es trabajar con más fuerza y más inteligencia, conscientes de que ninguna organización criminal muere sin resistirse y de que el verdadero triunfo no está en un individuo extraditado, sino en un país que recupere su seguridad, su justicia y su paz.

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