Por Alexis Ponce, defensor de derechos
Si fuese un país menos enfermo y servil, vería con claridad y tal y como lo es, este crimen: como un hecho gravísimo, no por el asesinado, que fue un eslabón más del abuso y del dinero fácil en un pueblo con carencias infames, sino por el contexto inmediatamente anterior del vil asesinato, contexto rodeado por el escándalo en pleno edificio del ministerio de Defensa y los vínculos que iban filtrándose y conociéndose desde el año pasado. Pero está tan ciego, enfermo y, sobre todo, corrompido este país, como don Naza y sus asesinos, que no se da cuenta de Lo Que implica y Expresa que haya sido Torturado Salvajemente y que luego sea víctima de ¿una Ejecución Extrajudicial o Asesinato? ¿Quién exigirá a los militares que investiguen casa adentro? ¿Quién rastreará a los responsables intelectuales, no sólo a los materiales, de este hecho? Tantos masivos, impunes y alevoso crímenes, y hasta «suicidios» de ex-asesores presidenciales, en plena pandemia, que es inevitable dudar que alguien indague y sancione. Me recuerda cierta época ya pasada en el Ecuador. Me recuerda la podredumbre del delito, la mafia y la delincuencia que inundaron todos los estamentos del Estado en la Italia de los ’70. Pero sobre todo me recuerda la «sicilianización» del Ecuador, que vengo solitariamente denunciando desde el 2018. Veo al Ecuador y no puedo dejar de ver cómo el hampa se tomó fiscalías, policías, ejércitos, gobiernos, alcaldías, gobernaturas, intendencias, inmobiliarias, redes de poder económico, carteles, empresas y políticos, en México, Colombia, Honduras, el Paraguay…