Cierra los ojos. Vuelve a los años 80. Imagina que la radio suena con un ritmo inconfundible, de esos que te hacen subir el volumen y cantar a todo pulmón. Aquella voz, tan potente y a la vez tan llena de sentimiento, la de una artista que se convirtió en la banda sonora de una generación. Karina, la artista que nos hizo bailar, enamorarnos y sanar el corazón, está de vuelta en Ecuador, y la nostalgia ya se siente en el aire.
El próximo sábado 25 de octubre, el Ágora de la Casa de la Cultura Ecuatoriana será testigo de un viaje en el tiempo. Un viaje que no necesita máquina, solo la música que nos unió. Para quienes vivieron los años dorados del pop latino, Karina no es solo una cantante, es un recuerdo vivo. Es esa melodía que suena en una fiesta de quinceañera, el casete que se rebobinaba una y otra vez para escuchar una balada, la canción que dedicaste en una carta de amor.
¿Cómo olvidar la intensidad de «A quién»? Esa pregunta desgarradora que todos, alguna vez, nos hicimos. O la sutil y profunda melancolía de «Sé cómo duele», una canción que narraba el fin de una historia con la delicadeza de un suspiro. Y, por supuesto, no podemos dejar de lado «Desde mi ventana», esa melodía que nos hizo soñar despiertos. Estos himnos, y muchos más, son la promesa de una noche mágica en Quito, donde cada nota será un puente a los mejores años de nuestra vida.
Para esa generación, la música no era un simple clic en una pantalla. Era un ritual. Era el nerviosismo de poner el dedo en «grabar» en la radio, listos para capturar el éxito del momento. Era el momento de tensión en el que rogabas para que el locutor no interrumpiera con su voz antes de que la canción terminara. Era una hazaña completada cuando al fin tenías la canción de Karina en un cassette virgen, listo para ser escuchado una y otra vez.
En esa época, la moda era parte del espectáculo. Los pantalones anchos, las blusas coloridas, las chaquetas de cuero y el cabello con un volumen impresionante eran el atuendo perfecto para ir a un concierto. Los vinilos, con su gran portada, eran tesoros que se cuidaban con celo. El simple acto de sacar el disco de su sobre, colocarlo con cuidado en el tocadiscos y bajar la aguja para escuchar ese crujido previo a la primera nota, era una experiencia sensorial que hoy se extraña. Era la música en su estado más puro.
Karina, o María Isabel Llaudes Santiago, como se llama en realidad, demostró que la música es un lenguaje universal que trasciende el tiempo. Con su talento y versatilidad, se ganó un lugar en el corazón de miles de personas. Su regreso no es solo un concierto, es un reencuentro. Un reencuentro con esa parte de nosotros que se emociona con una buena balada, que se llena de energía con un ritmo pegadizo, que valora la música hecha con el alma.
El concierto, que comenzará a las 20h00, promete ser una producción de primer nivel, un evento imperdible para los amantes del pop y la balada romántica.
