Gabriel Galán Melo
Licenciado en Ciencias Jurídicas y Abogado de las Cortes y Tribunales de Justicia por la PUCE. Especialista Superior en Tributación y Magister en Derecho con mención en Derecho Tributario por la Universidad Andina Simón Bolívar. Magister en Derecho Civil y Procesal Civil por la UTPL. Mediador acreditado (en Mediatores).
Estamos inmersos en una nueva contienda política. Cada dos años nos embobamos con los procesos electorales. Proceso tras proceso, acumulamos en el alma gritos ensordecedores que terminan mudos debido a la desconfianza y consecuente quemeimportismo del porvenir patrio. Es momento de hablar, de decirles abiertamente a los candidatos y a los electores (a uno mismo) todo aquello que periódicamente carcome, con indolencia, nuestra frágil tranquilidad. Ahí les va.
Señores candidatos:
Los ciudadanos de a pie no confían en los asambleístas, en el gobierno nacional o en los gobiernos locales, tampoco en el presidente, alcaldes o prefectos. Sobre todo, no confían en los partidos políticos. Existe un rechazo generalizado a todos los sujetos políticos (partidos y movimientos). Nadie los considera legítimos. Es más, la mayoría considera que los políticos se han encerrado en sí mismos, que solo discuten entre sí (y para sí) y que no tienen interés en los problemas de la ciudadanía.
Los ven ajenos, los sienten extraños. Saben, que el minúsculo interés que muestran por “el pueblo” cada dos años, es para vender una opción en el mercado electoral. Entienden que mientras son candidatos, ustedes necesitan de su voto, pero que una vez electos, no volverán a verlos. No repitan lo de siempre, apelen a la empatía y a su sensibilidad como seres humanos.
Señores electores:
La falta de representación que sentimos no ha sido provocada por los partidos políticos ni los gobiernos. Los partidos y los gobiernos son el fiel reflejo de la sociedad en la que existen. Son lo que somos como comunidad política. La desconexión de los políticos con los intereses de la ciudadanía es directamente proporcional a la desconexión de la ciudadanía con la política. La democracia requiere de la participación de todos.
La ausencia de los ciudadanos en las organizaciones políticas las ha convertido en instrumentos vacíos a favor de pocos. Mientras más lejos se encuentren de la política, mayor será la crisis de legitimidad. La responsabilidad que tienen como ciudadanos va más allá del voto. Mientras no intervengan de cualquier modo en la labor de los sujetos políticos, nuestra democracia será solo un membrete. Y no se trata de que los partidos políticos sean atractivos o no, esa es una excusa, porque nuestra participación política es un deber cívico. Poco vale quejarse si renegamos de participar y formar parte de la actividad política. Involucrémonos. (O)
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