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El tren de Alfaro, un bien patrimonial que agoniza

Pablo Salgado

Periodista y escritor.

No solo es el tren mas difícil del mundo, sino también uno de los más hermosos, y además, el más querido.  Es el «Tren de Alfaro», el que  surcó los Andes para unir, por vez primera, la sierra con la costa y así dinamizar y modernizar la economía del país. Es el tren patrimonial, orgullo de los ecuatorianos y ganador de múltiples premios internacionales. Es el tren, símbolo de nuestra identidad, que genera sentido de pertenenia y unidad nacional.

Sin embargo, hoy el tren no solo está parado sino que está siendo desmantelado. Hoy, el tren no surca ninguna montaña; su sonoro pito está silencioso y sus locomotoras dormidas. Las estaciones están cerradas y abandonadas. A las rielles y los durmientes les crece la hierba y la maleza. Centenares de empleados de la Empresa de Ferrocarriles han sido despedidos y los pocos que aún quedan, no reciben sus remuneraciones desde hace varios meses.

Esta es una triste e indignante historia. El tren que tanto esfuerzo, dinero y recursos humanos costó al país agoniza, por decisión del gobierno del presidente Lenín Moreno. El pasado 19 de mayo, se emitió el decreto ejecutivo que ordena la extinción de la Empresa de Ferrocarriles del Estado. Así, de un plumazo, sin más, se pretende borrar un siglo y medio de historia y terminar con uno de los hitos más importantes en la historia económica, social, política y patrimonial del país. 

Este afán por desmantelar lo público que caracteriza al gobierno de Moreno, por privatizar -vender y concesionar- las empresas estratégicas del país, puede terminar con una de las obras más emblemáticas de nuestra historia. Por ello, resulta difícil de asimilar, y creer, que una obra que fue recientemente rehabilitada -entre 2010 y 1014- hoy esté siendo vandalizada y canibalizada, ante la incrédula mirada y la impotencia de los habitantes de las poblaciones a lo largo de las diversas rutas del tren.

Recordemos que siendo Eloy Alfaro presidente, firmó el cotrato con los norteamericanos Archer Harman y Edward Morely, para construir el “ferrocarril más difícil del mundo”, como fue llamado en ese entonces. García Moreno había construido unos cuantos kilómetros pero fue Alfaro quien con decisión impulsó su construcción, con los recursos del no pago de la deuda externa y su posterior renegociación. El tren llegó a Alausí en septiembre de 1902; a Riobamba en julio de 1905; y el 25 de junio de 1908, el ferrocarril hizo su entrada triunfal a Quito, siendo recibido con júbilo por miles de quiteños que lo celebraron con festivales populares que duraron cuatro días. 

Pero luego, la desidia del Estado, provocó que, poco a poco, se fuera deteriorando hasta ser abandonado y olvidado. El tren se silenció, las rutas se cerraron, en muchos casos para siempre. 

Con la llegada al gobierno de Rafael Correa, en 2007, se emprendió la díficil tarea-para muchos imposible- de resucitar y devolver la vida al Tren de Alfaro. La rehabilitación del tren se inició con el Ministerio Coordinador de Patrimonio en el marco del decreto de emergencia patrimonial que se emitió en 2007, a raíz del robo de la Custodia de Riobamba. En abril de 2008, se declaró a la Red Ferroviaria del Ecuador como Patrimonio cultural de la nación. En la rehabilitación se invirtieron más de 400 millones de dólares, en las 15 rutas que recorren 8 provincias del país; centenares de pequeñas poblaciones volvieron a vivir gracias al tren.

El concepto que se manejó para su rehabilitación fue la de un tren patrimonial para el turismo. Una monumental obra que permitió recuperar una de los patrimonios más significativos en la historia del país. Una obra que consolidó las identidades locales y nacionales, que dinamizó las economías de las poblaciones y ciudades en la ruta del tren, a través de múltiples emprendimientos culturales y patrimoniales, y se convirtió en  un atractivo turístico para visitantes nacionales y extranjeros. Es decir, un tren cuya rentabilidad es su alto valor social y patrimonial.

Para que la operatividad del tren sea efectiva, se modernizó la Empresa de Ferrocarriles, que multiplicó su capacidad administrativa, se mejoró notablemente su eficiencia convirtiéndose en una empresa pública moderna. De ahí que Tren Ecuador recibió múltiples reconocimientos internacionales: “Mejor Proyecto de Turismo Responsable” a nivel mundial, y Oro en la categoría “Mejor en Reducción de la Pobreza e Inclusión Social”, ambos otorgados por la organización Responsible Tourism. Así como el premio de Tren de Lujo Líder de Sudamérica en 2014, 2015, 2016, 2017, 2018 y 2019.

Con la asunción del gobierno de Lenín Moreno, el tren despertó el interéss de varios grupos empresariales -de Ecuador, Perú, México y España- que veían en el ferrocarril y sus rutas condiciones ideales y únicas para el turismo patrimonial. Y entonces empezó lo peor. El modelo neoliberal impulsado por el FMI y las autoridades económicas del gobierno de Moreno impone la privatización. Para ello se recurrió a una práctica típica del neoliberalismo; desmantelar la Empresa de Ferrocarriles, recortando sus presupuestos, negándole financiamientos, y despidos de personal, hasta inutilizarla. Y entonces, ofrecerla a los grupos empresariales privados.

Al ser el tren un bien patrimonial, de acuerdo a la Ley Orgánica de Cultura y Patrimonio, no puede ser vendido; tampoco puede ser dividido o desmembrado. De ahí que, lo que correspondería, con urgencia, y de acuerdo al artículo 48 de la mencionada Ley, es que el Ministerio de Cultura y Patrimonio declare al Tren de Alfaro como patrimonio en riesgo. Y entonces emitir las medidas necesarias para proteger de modo inmediato este valioso  bien patrimonial.

Lo que ahora sucede es lamentable y penoso, la forma en que las estaciones, las locomotoras, los vagones, e incluso las rieles, están siendo vandalizadas y comercializadas, como chatarra, es indignante. Y  las pequeñas localidades parecen pueblos fantasmas. Son delitos patrimoniales que no deben quedar en la impunidad.

El tren, como el Viejo Luchador, ya se levantó una vez de las cenizas. Volverá a hacerlo, cuando el gobierno neoliberal de Lenín Moreno termine, y se reinicie la reconstrucción del país; cuando se recupere la soberanía y nuestros bienes patrimoniales vuelvan a estar al servicio de todos los ecuatorianos. El Tren de Alfaro volverá a recorrer las estaciones de la costa y de la sierra, y las centeneras de poblaciones volverán a la vida, a sonreir y aplaudir cada vez que el sonoro pito anuncie la llegada del tren mas difícil y hermoso del mundo. (O)

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