Por Pablo Salgado J.* Periodista y escritor
En varias ocasiones visité la biblioteca Gabriel García Márquez, un hermoso y vital espacio, ubicada en la planta baja del edificio UNASUR, en la Mitad del mundo. Un epacio creado para que la integración suramericana sea una realidad a través de libros de autores del Continente. Un mobiliario acogedor y alegre, y además con un hermosa vista a través de sus amplios ventanales. Siempre que fui a visitarla estaba repleto de niños y niñas, en su mayoría de las escuelas del sector. Pero la biblioteca se cerró, y aquellos niños ya no pueden jugar con los libros, ni participar en varias activaciones con la amorosa bibliotecaria Lisete Lantigua. Ya no pueden llevar los libros a casa. Y los padres de familia y vecinos se quejan y lamentan su triste fin.
La biblioteca se cerró cuando el gobierno de Lenín Moreno decidió boicotear la integración sudamericana y demandar la salida de Ecuador de la UNASUR. Hoy el edificio, diseñado por el arquitecto Diego Guayasamín, luce solitario. Apenas si unos cuantos turistas curiosos se asoman a sus ventanales para intentar mirar su interior. Y se hacen selfies, con la luz que se refleja en su fachada de vidrios. Hoy el edificio está en silencio. Su entorno, siempre alegre; hoy está triste. Como tristes estamos la mayoría de los ecuatorianos. Hoy el edificio luce abandonado, de la misma forma que la cultura y los patrimonios se han abandonado, y lo que es más grave, se han perdido.
Si, se ha perdido el Tren de Alfaro, que está siendo vandalizado, canibalizado y chatarrizado, y sus bienes vendidos al peor postor. Se ha perdido nuestra soberanía y nuestra dignidad, al aceptar imposiciones del gobierno del norte y el FMI a cambio de lucesitas de colores y condenar a la mayoría de ecuatorianos al desempleo y la pobreza. Son múltiples los bienes patrimoniales que están en riesgo. Los recortes a los presupuestos del sector cultural, los constantes despidos, la ausencia de políticas públicas y el incumplimiento a la Ley orgánica de cultura y patrimonio han puesto en riesgo al sector patrimonial.
Gran malestar e indignación ha generado no solo en historiadores, investigadores, museólogos, bibliotecarios y más especialistas, sino en la ciudadanía, la obsesión del Ministerio de cultura de trasladar los bienes patrimoniales y documentales de sus reservas, al edificio de UNASUR.
Ha existido una total falta de transparencia en la decisión adoptada por el ex ministro Juan Fernando Velasco y la actual ministra encargada, Angélica Arias. Además nunca se presentó un proyecto, con mínimos argumentos técnicos para el uso del los espacios del edificio de UNASUR. Sin embargo, luego de un proceso de contratación fallido, se adjudicó el traslado a una empresa de mudanzas y, además, la ministra encargada ha dispueto que hasta el 31 de diciembre debe también la Subsecretaría de Patrimonio mudarse a la Mitad del mundo.
Todo este malestar se han expresado en un comunicado público de la plataforma UNES CULTURA Y PATRIMONIO -disponible en su página de faceboock- integrado por varios colectivos culturales, artistas y gestores. En este comunicado, de 11 puntos, se revela la inconsistencia e irresponsabilidad del Ente rector de la cultura, ya que el pasado 6 de noviembre adjudicó el contrato para el traslado a la empresa de mudanzas Premiun Logistic S.A., que no tiene experiecia en manejo y traslado de bienes patrimoniales, desoyendo las recomendaciones de los especialistas. Decisiones tomadas de espaldas al sector cultural y patrimonial. Decisión unilateral, como lo fue la fusión del Instituto de Fomento a las Artes y Creatividad, IFAIC, con el Instituto del Cine y el Audiovisual, ICCA, y otras tantas decisones arbitrarias, ilegales e ilegítimas. De la misma forma, ni mas ni menos, con la cual actuaba el ex ministro de Finanzas, cuando aseguraba que “la realidad va mas allá de la legalidad.” De ahí que, la ex Directora del Museo Nacional, Ivet Celi señala: “Entonces vuelve al presente esa figura del gobierno patrón, del gobierno capataz que se asume dueño de todo y de todos. Donde no se respeta la institucionalidad, la ley, los criterios técnicos, nada. Lamentablemente estamos viendo los peores crímenes de lesa patrimonialidad sin que haya una sola instancia que intervenga para revertirlos.”
Pero además, lo penoso e irresponsable es que este traslado se produce cuando la posesión y pertenencia del edificio de UNASUR aún no está resuelta. La cláusula cuarta de la escritura de donación de los terrenos del Gobierno de Pichincha a Cancillería, establece expresamente: “en caso de que la Cancillería no destine el inmueble que recibe en donación, en la construcción, y puesta en funcionamiento de la sede administrativa y Secretaría general de la UNASUR, se revertirá su dominio a favor del Consejo provincial de Pichincha”.
La Prefecta de la provincia de Pichincha, Paola Pabón, remitió una comunicación a Cancillería expresando su malestar. Respecto al uso del edificio es muy clara: “hasta que no se arregle y responda jurídicamente sobre el predio, mal haría el Ministerio de Cultura en utilizar el bien. No nos parece ético que si hay una comisión formada, se tenga un convenio por debajo y se disponga del bien. Yo defenderé jurididamente los intereses de la provincia.”
Tampoco existe transparencia respecto al Museo Nacional, MUNA, el ex ministro Juan Fernando Velasco anunció, sorpresivamente, que también será trasladado al edificio de UNASUR. Pero el Ministerio no ha hecho público el proceso para su traslado, ni la propuesta del nuevo museo, ni los presupuestos y peor las razones fundamentadas para su cierre en la Casa de la Cultura y su traslado. Tal como se señala en Crónicas Culturales de la revista Letras del Ecuador, de noviembre de 2020: “Cosa similar acontece con el Museo Nacional. A alguien se le vino en mente que era mejor trasladarlo al antiguo edificio de UNASUR y abandonar el actual, inaugurado con toda pompa —y gasto— en mayo de 2017. Parecería que a las actuales autoridades culturales nuevamente les importa menos servir a un público numeroso proveniente de los sectores populares y del ámbito estudiantil que atender a algún interesado por favorecer la ruta turística de contados y selectos visitantes.”
Los recortes presupuestarios y los constantes despidos de personal técnico en las instituciones culturales y patrimoniales han dejado en cero las posibilidades de inversión, de investigación y hasta de mantenimiento de los repositorios y centros culturales. Museos y espacios patrimoniales cada vez mas debilitados que funcionan con mínimo personal y sin ninguna opción de generar proyectos vinculados con la comunidad. Institutos y centros cultuales desvalidos y precarios. No queda mas que recurrir a la cooperación internacional para subsanar requerimientos urgentes, como sucede, por ejemplo, con el complejo arqueológico Imgapirca.
El Ministerio de cultura y patrimonio se ha dedicado a promover las “famosas” declaratorias patrimoniales que se han convertido en un instrumento electoral; se emiten declaratorias con un claro afán clientelar y proselitista para beneficiar al candidato. Y de paso, elevar el perfil de la autoridad ministerial. La propia UNESCO ha recomendado que no se realicen Declaratorias sino que se elaboren Planes de salvaguarda con recursos económicos para su ejecución. De lo contrario, esas declaratorias solo sirven para las fotos de las “autoridades”sobre tarimas electorales. Así ha sucedido en Zaruma, con el Tigrillo; en San Antonio, con el tallado en madera, etc. ¿Cuál será la próxima declaratoria? ¿Acaso, el ecuavoley?
Coincidimos con el comunicado de UNES CULTURA, no se puede poner en riesgo nuestros patrimonios cuando, al apuro y al final del gobierno, se pretende este inconveniente e irresponsable traslado. Es necesario encontrar un lugar adecuado –que los hay- y, de manera consensuada con el sector patrimonial, proceder a solucionar de modo definitivo, y con los respectivos estudios y respaldos técnicos, el destino de la reserva patrimonial de todos los ecuatorianos.
Creemos firmemente en el multilateralismo y en la integración regional, de ahí que -tal como ya lo expresaron los presidentes de Argentina, Bolivia y México- ojalá pronto el edificio de UNASUR vuelva a ser la sede de su Secretaría ejecutiva. Y ojalá pronto se reabra la Biblioteca Gabriel Gacía Márquez, y los centenares de niños y niñas vuelvan a visitarla, a disfrutar de la lectura, los juegos y a soñar con una Sudamérica no solo unida, sino equitativa y libre. En tanto, los miles de libros seguirán embodegados, con sus páginas encarceladas, en cajas de cartón.
• Lo que empieza mal termina mal. Esa sede debió ser una obra de arquitectura integrada al espacio que ocupa, un homenaje al mundo andino. Pero no, es una manifestación más del tradicional narcisismo de los Guayasamín. Es decir, como siempre, se pensó en función de pocos y no de la ciudadanía en general.
• Los niños ya no pueden llevar los libros a LA casa.
• Antes de que se pierda el ferrocarril, los primeros gobiernos de AP ya habían impuesto al país el oligopolio de Claro, cuando la comunicación móvil, como área estratégica además, debería estar en manos de la CNT.
• La preocupación por la cultura no se notó tampoco durante esos largos diez años. Hasta ahora no hay un verdadero plan de incentivo de la lectura, ediciones y colecciones de libros al alcance de la mayoría. Pero sí hay suficiente basura audiovisual mexicana en la mayor cantidad posible de canales de televisión.