Cada 3 de diciembre, el mundo recuerda el Día Internacional de las personas con discapacidad, como una forma de reflejar la creciente aceptación de que la discapacidad forma parte de la condición humana.
«Casi todos nosotros experimentaremos una discapacidad temporal o permanente en algún momento de nuestras vidas«, es el mensaje de las organizaciones internacionales.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 15% de la población (1.000 millones de personas) de todo el planeta presenta algún tipo de deficiencia.
Y la cifra aumentará como consecuencia del envejecimiento de la población y de la creciente prevalencia de las enfermedades no transmisibles.
Solo en América Latina y El Caribe hay más de 66 millones de personas con al menos una discapacidad.
De acuerdo a datos internacionales, muy pocos países disponen de normativas adecuadas para satisfacer a plenitud las necesidades de las personas con discapacidad.
Su inclusión depende en mayor o menor grado del lugar donde viven, siendo el campo y la ruralidad los sectores más desfavorecidos.
Solo en Ecuador son alrededor de 477 mil los registrados en el Consejo Nacional para la igualdad de las personas con discapacidad (Conadis) y de ellos el 60% son hombres.
La discapacidad física (46,14%), seguida de la intelectual (22,77%) son las que prevalecen en la población nacional; y según el lugar donde vivan las desventajas se agrandan o se acortan.
Servicios aún limitados
Martha Quinatoa tiene un hijo con el 90% de discapacidad. Vive en un barrio rural de la provincia de Cotopaxi donde no puede acceder a servicios de salud y menos de rehabilitación para su vástago de 30 años.
«No es lo mismo vivir en el campo, que en la ciudad. Aquí no hay lugares donde puedan hacer terapias para una mejor vida de las personas con alguna limitación«.
Y si bien hay leyes laborales para la inclusión de estas personas, muchas de las empresas solo recurren a ellos por cumplir la exigencia.
El artículo 25 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CRPD) reconoce que las personas con discapacidad tienen derecho a gozar del más alto nivel posible de salud sin discriminación.
Sin embargo, la realidad es que pocos países prestan servicios adecuados y de calidad a las personas con discapacidad.
Ecuador no es la excepción, incluso aquí tardan años para entregar un carné que certifique la deficiencia.
«Tener una discapacidad que no sea visible es recorrer un largo camino para que el Conadis te registre y te otorgue un carné y hasta puedes morir sin lograrlo», refiere Gerónimo Altamirano, hermano de una persona con discapacidad. (I).
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