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Las fuerzas oscuras y la Casa de la Cultura Ecuatoriana

Pablo Salgado periodista y es escritor

Por Pablo Salgado J.*periodista y escritor

La Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE) emitió el pasado 11 de marzo, en respuesta a la Acción de protección emitida por un Juez de garantías penales del Guayas, un comunicado que sorprendió al sector cultural:

“Las fuerzas oscuras que operan contra la Casa de Carrión y de la Cultura nacional no podrán contra la verdad, honestidad y transparencia  de nuestro accionar, como tampoco lastimarán el prestigio  institucional que se ha convertido en nuestra reserva espiritual de la Patria; mas aún  en estos  momentos de desconcierto y crisis económica, social y moral que lamentablemente vive nuestro país, que nos conmueve e indigna.”  Esto Lo firma el presidente de la sede nacional, Camilo Restrepo. 

Un párrafo de antología. Un párrafo que calza justo en una lápida. Un párrafo que refleja cómo se mira al sector cultural desde los ventanales de la vieja casona de la Casa de la Cultura. Vieja mirada, sí. Y lagañosa.  Un párrafo que nos revela, una vez más, que la Casa vive enferma, que apenas sobrevive. Una Casa encriptada y alejada de los artistas y gestores culturales.

Pero ¿quiénes son las fuerzas oscuras? ¿Son los actores y gestores culturales que se indignan porque se violentan sus derechos culturales y tienen la valentía de reclamar y exigir respeto a sus derechos? ¿Son los artistas y creadores que se hartaron de la mediocridad, las constantes irregularidades, la ineficiencia, y una pésima gestión que ha prevalecido en los últimos años? ¿Son los artistas que se atreven a denunciar un Reglamento de elecciones, ilegal e inconstitucional, que impide a los artistas ejercer su derecho a elegir y ser elegido? ¿Son los directores de los núcleos que se opusieron a que se aprobara un Reglamento sin haber sido previamente socializado y que fue impuesto por el Presidente de modo autoritario?  O ¿son los ciudadanos que no sienten que sea en verdad una Casa a la que pueden acudir sin temores y la miran desde lejos?

Un párrafo que ha indignado a los actores y artistas culturales porque miente y distorsiona. ¿La Casa es de Carrión? No, no es de Carrión.  Es de todos los artistas y gestores; de todos los ecuatorianos. Y quizá de ahí parta esa concepción errada de que la Casa pertenece a un grupo, reducido y sin representación, enquistado en el poder cultural. Y no. No es así. El director del Núcleo de Esmeraldas escribe en su chat: “ muchos colegas creen que son las elecciones de la Casa del artista.” Y ni se sonroja.  Quizá ese es el principal problema, no entender que la Casa de la Cultura fue concebida y creada para que sea la Casa de los y las artistas.  Para que sea la Casa del arte y las culturas; la Casa de todos. Y no para que las autoridades se aferren desesperadamente a sus cargos; y peor aún cuando la han destruido y se empeñan, con artimañas y mañoserías, a seguir destruyéndola.

Hoy la mayoría de artistas y creadores, con trayectoria y reconocimiento, prefiere no ser parte de la Casa de la Cultura. Hace tiempo ya que se alejaron. Recuerdo que el propio Jorge E. Adoum, decía que prefería cambiarse de vereda y no entrar a la Casa de la Cultura. Y lo mismo sucede con otros escritores, artistas visuales, músicos o gestores que no tienen el más mínimo interés en ser parte de la Casa. Por ello indigna también que se ingresen a centenares de nuevos “miembros,” sin normativa y sin cumplir requisitos, con el solo afán de ganar elecciones.

Si algo no ha existido en la gestión de la Casa de la cultura en Pichincha y en otras povincias, es precisamente “verdad, honestidad y transparencia.”  Basta mirar lo sucedido en estas semanas con las cartas que había que entregar para participar en las elecciones. Y si algo ha lastimado el “prestigio” de la Casa es el haber olvidado hace ya varios años, los postulados del propio Benjamín Carrión. O es que no se han dado cuenta que prestigio es justamente lo que la Casa no tiene. Por el contrario, prima el desprestigio. Basta consultar a cualquier artista y o gestor cultural para comprobarlo. O basta mirar las constantes denuncias, en varios núcleos, de hechos de corrupción.

El comunicado es ofensivo para los artistas y creadores. Es insultante para los artistas que están sumidos en una gran precariedad. Y que día a día sienten la ausencia de políticas públicas, o de mínimos lineamientos que les permita sostener con dignidad su trabajo artístico. El comunicado es agresivo, emana ira y amargura. Y no se compadece con la situación del sector cultural y patrimonial. Una situación deplorable, desmantelada, desestructurada.

El comunicado se refiere también al “desconcierto y crisis moral.” Cierto, pero generada precisamente por un gobierno al que institucionalmente la Casa no solo ha respaldado sino elogiado y alabado. Un gobierno que recortó sus presupuestos de inversión a casi cero y que el Presidente de la Casa no ha sabido defenderlos sino que, como medicante, los implora. Y lo hace porque acuerda con el Ministerio de Cultura repartir recursos a los núcleos, en época de elecciones.  Indigna ha sido la postura de la Casa de la Cultura, en Quito, cuando rindieron homenajes a Julio César Trujillo y al propio presidente Lenín Moreno. Indigna ha sido la postura de la Casa cuando, en conjunto con el ex ministro Raúl Pérez y el ex viceministro Gabriel Cisneros (ex presidente y vicepresidente de la Casa) acordaron no cumplir la Ley orgánica de cultura y su reglamento. Y luego dedicarse a perseguir a quienes no concordaban con su mal actuar. Indigno ha sido utilizar la “autonomía” de la Casa para actuar con opacidad, para negarse a rendir cuentas a sus mandantes, que son los artistas y gestores culturales.

No es honesto ni digno imponer un reglamento ilegal e ilegítimo que coarta las libertades y los derechos culturales. No es honesto imponer la entrega de una carta para poder elegir y ser elegido. No es digno mantenerse en los cargos con mañoserías y reglamentos tramposos. No es digno ingresar a centenares (¿miles?) de “artistas e intelectuales”  como miembros de la Casa sin procesos ni normativa pública y transparente. Y luego expulsarlos, sin ningún debido proceso. No es honesto mencionar a Carrión para defender una mediocre e ineficiente gestión de tantos años. Por el contrario, el propio Benjamín Carrión, Guayasamín, Paredes, Kingman, Tejada, Vera, Adoum, Nela Martínez, y tantos otros, estarán indignadísimos por como se maltrata y pisotea sus postulados mas entrañables.

El escritor y filósofo Fernando Tinajero, escribió hace poco, en la revista Letras del Ecuador:  “La Casa de la Cultura ha perdido el lugar que antaño ocupaba en el corazón de los ecuatorianos.”   Y se preguntaba: “¿Terminará el Ministerio de Cultura por absorber a la Casa a fin de convertirla en un enorme escenario de la “cultura naranja?” La Casa vive hoy -prosigue Tinajero- en medio de una ominosa incertidumbre y sería inútil (o quizá  contraproducente) cualquier esfuerzo por ocultarlo.

Es paradógico que el presidente de la Casa hable de “reserva espirtual.” Si existe una reserva no está en las actuales autoridades, está en aquellos que entregaron su vida, con plata y persona -como dicen las abuelas- para crear una Casa que acoja y defienda a los artistas, y no que los ofenda y agreda. La reserva  espirtual y moral está en el trabajo de miles de artistas que, pese a todo, continúan con su quehacer, incluso soportando hambre, y siguen creando, generando pensamiento y cuestionando su entorno, que para eso también están los artistas.  Y está en los empleados que, en medio de una gran precariedad y pobreza extrema, siguen laborando a pesar de tener  todo en contra; sin apoyo, sin recursos, con bajos salarios, y apenas mínimos insumos para no parar ni cerrar sus dependencias, como sucede con la Cinemateca, o  museos o la dirección editorial.

No es la primera vez que la Casa de la Cultura atraviesa por una situación compleja y difícil. Por el contrario, es cíclica. Aunque nunca tan profunda y generada por sus propias autoridades. Siempre han sido los artistas y creadores quienes, con su intervención firme y decidida, la sacaron del pozo y, literalmente, la rescataron para reconvertirla y devolverla a la vida. Esta es, hoy, una necesidad imperiosa.  Y urgente. La única alternativa para volver a estar en el corazón de los ecuatorianos es renovarse, es conectarse de nuevo con el mundo exterior, abrir las puertas y las ventanas de la Casa, y forjar una nueva institucionalidad que responda a los nuevas necesidades y demandas del país; de sus artistas y creadores, de sus hombres y mujeres.

El único futuro es una nueva Casa de la Cultura Ecuatoriana, cuando la oscuridad permita el paso de la luz.

3 COMENTARIOS

  1. creo que cada uno en » nuestros ambientes» tenemos el deber de denunciar la corrupción !!!. particularmente, puedo denunciar, no solo la corrupción sino también la ignorancia del tema, en el museo de instrumentos musicales de la Casa de la cultura,….en sus presidentes, en sus directores ( el único honesto y culto de los últimos tiempos fue Guido Diaz ),….aclaro que puedo presentar las pruebas de lo que digo. la CCE,…debe ser intervenida y auditada con conocimiento del tema y no con la farsa de los compadres. debe reestructurarse con objetivos más claros intentando; como en todo que se evite la corrupción…..los viejos actores y la corrupta forma ( no solo económica es la corrupción) deben eliminarse…

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