Por Fabricio Cevallos
Mirar con optimismo el momento político que vive Ecuador es asumir al próximo 11 de abril como la oportunidad para un renacer, para impulsar cambios y transformaciones que nos permitan superar las dificultades que nos han aquejado en estos últimos años. No solo porque se viene un cambio de gobierno, sino porque se trata de un momento simbólico para dejar atrás los odios, los rencores, las rencillas y resentimientos.
Veamos el futuro con optimismo, el cambio político que se aproxima, debe llenarnos de esperanza de que un mejor momento se viene para todos, que sea la oportunidad para que muchos consigamos trabajo, superemos la pandemia, nos recuperemos emocionalmente, dejemos atrás el confinamiento anímico y que entre todos nos demos la mano para superar el miedo y construyamos un nuevo Ecuador.
Este debe ser el reto de todos quienes creemos que los momentos difíciles son pasajeros, que nada malo es para siempre, cada uno desde su trinchera debe ser un transformador, el mentor de un mejor futuro, pero para eso es necesario cambiar, reinventarnos y tener la capacidad de reconocer nuestros errores y superarlos, dejarlos atrás.
En ese proceso estamos incluídos nosotros, los periodistas y comunicadores, quienes podemos aportar de forma decidida a cambiar el escenario que actualmente vivimos, este debe ser un compromiso de todos quienes trabajamos con un bien intangible tan importante, como lo es la información. En nuestras manos está la posibilidad cierta de contribuir al fortalecimiento de la sociedad, con insumos, datos, cifras y comentarios que permitan tener una mejor visión de país, poder avanzar a la construcción de un mejor futuro.
Es importante desaprender para reinvertarnos, tener autocrítica, humildad, dejar de lado el orgullo, la arrogancia y la prepotencia, ser propositivos y ya no seguir aupando un ambiente de rencor, odio y revanchismo.
Hace poco vimos como un periodista, que ha construido su imagen a lo largo de los años, empañó su trayectoria con una actitud prepotente, desafiante y arrogante en el espacio de opinión que conduce, al maltratar a uno de sus invitados en un programa en vivo y transmitido a nivel nacional; no solo ha sido él y su mala actitud sino también la de su otro invitado, quien años atrás ejercía el periodismo, y ahora se ha convertido en un activista político dando, con su actuación, una muestra de lo deslegitimada que está esta profesión, mi profesión, la de ser periodista.
Es un hecho lamentable que va más allá de las posiciones ideológicas y creencias que con justo derecho, cualquier persona, en un Estado que se precie ser democrático, puede tenerla; la actitud demostrada por el periodista moderador y uno de sus invitados (antes periodista, hoy analista) ha evidenciado el peor momento que vive el periodismo en Ecuador.
Aquellas personas consideradas referentes de esta profesión, simplemente han dado muestras de que el odio, la vanidad, la arrogancia y el resentimiento les ha superado, esto no puede seguir así. Cabe por lo menos una disculpa pública frente a lo ocurrido en aquel programa de opinión, aunque dudo que ello ocurra.
Este tipo de actitudes evidencian la necesidad de conciliar nuestra sociedad, empezando por la clase periodística, es fundamental impulsar el cambio y recuperar valores en favor de la ciudadanía. Es momento de reencontrarnos, que aquellos jóvenes profesionales nos ayuden, con su visión fresca, y posiblemente descontaminada, a recuperar el verdadero valor del periodismo, a fortalecer nuestras sociedades.
Es necesario dejar de lado posiciones extremas y los intereses individuales, y es primordial impulsar un nuevo momento para nuestro país.
Estamos cansados del odio y el revanchismo, de la pelea y el insulto, de la prepotencia y la arrogancia, nuestro país solo podrá salir adelante si cada uno de nosotros reconoce la importancia de superar nuestras debilidades y complejos y pensamos en la construcción de un país solidario y unido.