Pablo Cruz Molina (*)
Cuando ejercía mi labor como docente tuve una de mis más grandes desilusiones en este incomprendido amor al ecuatorianismo. Ya me había desilusionado antes con la falta de cariño por los productos y alimentos producidos en el país por parte de las generaciones más jóvenes. Esta falta de identidad por lo propio que lleva a preferir lo importado a lo nacional ya lo hemos hablado antes en este espacio.
Ahora me quiero referir a una fiesta en particular, la del Inti Raymi. En aquella ocasión que hice el experimento social entre mis estudiantes, lo que provocó la decepción fue hacer varias preguntas sobre dos celebraciones y demostrar que más presente tienen en su cabeza cosas que miran en tv.
La primera consulta fue saber lo que los jóvenes conocían sobre el día de acción de gracias que se celebra en los Estados Unidos. Gratamente fui sorprendido porque me comentaron mucho de esta festividad; su origen, la fecha de conmemoración, la forma cómo lo celebran y qué alimentos se sirven en esta fiesta, cosa que pienso que no está mal debido a que es importante saber sobre la cultura global. Muchos de los estudiantes lo habían aprendido en sus colegios e incluso lo habían celebrado.
Mi segunda pregunta fue si conocían de alguna festividad parecida acá en el Ecuador. Todos respondieron que no. Les pregunté si habían oído del Inti Raymi, muchos lo habían escuchado pero pocos lo conocían, casi nadie tenía claro el por qué u objeto de la celebración; menos gente aún dijo haber participado o saber qué alimentos se consumen. Muchos se refirieron como una fiesta exclusiva para los indígenas.
Fue pretexto para hacer una clase muy enriquecedora dónde se aprendió y se puso en contexto muchos particulares y sobre todo los que tienen que ver con el aspecto alimenticio como la pampamesa con los productos propios de la serranía cómo variedades de papas, maíz en diferentes preparaciones como el mote, tostado o choclo, habas, mellocos y ocas. Platos como el cuy asado con papas con salsa de maní o la colada conocida como Ushu Jacu elaborada con una mezcla de harinas de maíz, haba, arvejas y cebada. Acompañado todo con la famosa chicha de jora (maíz germinado).
En épocas de Covid nos dimos cuenta que los humanos estamos lastimando a la naturaleza. Pocos días de encierro por cuarentena hizo que se vuelva a mirar animales y montañas escondidas entre el smog que había desaparecido. Cada día avanzamos a un punto sin retorno en la permanencia del humano en esta gran casa llamada planeta Tierra.
Dentro del sincretismo prehispánico el Sol y la Pachamama eran los dioses del universo, los que daban vida y alimento. Cuan real es esa afirmación. La Tierra o Pachamama es de dónde sacamos los alimentos y el agua y el sol son los que los desarrollan. Pero la acción del humano está acabando con esta fuente de supervivencia. El Inti Raymi es la fiesta de la cosecha y de agradecimiento por los frutos conseguidos.
Todos los días del año deberíamos luchar cada uno desde nuestro espacio para que el planeta o Pachamama tenga la oportunidad de seguir dándonos nuestro sustento. Deberíamos hacer que cada actividad sea sustentable. Lo hemos dicho acá. Preferir el alimento local, el producto orgánico y de temporada, el uso racional del agua, consumir más vegetales que carnes, reducir los productos que no se reciclan, etc.
Es importante dar gracias a un ser superior por la vida, desde el punto de vista espiritual te da paz ser agradecido, así que no estoy en contra de reconocer en una fiesta de acción de gracias esta generosidad, pero de lo que hablo es algo que palpamos todos los días, tres veces por día, cada que nos sentamos a la mesa. Las oraciones antes de cada comida no solo debería ser para la persona que preparó los alimentos sino para la Tierra que nos la da y de paso pedirle disculpas por el daño que le causamos.
Esta festividad no es sólo para los promotores ecológicos o para los indígenas, debe ser para todos los que nos llevamos alimentos a la boca. Debería ser una celebración diaria y el 21 de junio, solsticio de verano, la gran fiesta para recordar y agradecer su grandeza. El día de acción de gracias en la mitad del mundo si existe lo que pasa es que somos ingratos.
(*) Chef, emprendedor gastronómico, consultor y docente. Veinte y seis años en la actividad profesional y dieciséis en la academia universitaria en Quito con dos maestrías de especialidad: Recreación y Aprendizaje lúdico e Innovación en la gestión del patrimonio gastronómico. Amante de la cocina ecuatoriana, llevándole a presentar ponencias en prestigiosas universidades internacionales.