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Zaruma y los patrimonios en riesgo

Pablo Salgado periodista y es escritor
Pablo Salgado periodista y es escritor

Por Pablo Salgado J.

Lo que sucede en Zaruma, una de las más hermosas ciudades del país, es inadmisible. Es la más clara evidencia de la inoperancia e indolencia del Estado ecuatoriano. Tantas veces se advirtió que si no se tomaban medidas urgentes podría suceder una tragedia.  Y al gobierno no le importó.  Se cruzó de brazos. Al igual que las autoridades provinciales y municipales.

Villa del Cerro de oro de San Antonio de Zaruma es una ciudad Patrimonio de la Nación desde 1990. Fue fundada en 1524; su valor histórico es prehispánico y colonial, de ahí que guarda una riqueza patrimonial inigualable. En 1998 ingresó a la lista indicativa del Patrimonio mundial. En abril de 2010 el gobierno del Ecuador resolvió que la Declaratoria de Zaruma, como Patrimonio mundial, era una prioridad. De ahí que, en septiembre de 2011, el entonces Ministerio Coordinador de Patrimonio inició el proceso para que la UNESCO tramite la respectiva declaratoria. Para esto, se conformó una Comisión interinstitucional que estableció una hoja de ruta, elaboró el expediente técnico y realizó el respectivo seguimiento. Finalmente, el 30 de septiembre de 2012, se entregó oficialmente el Expediente a la UNESCO. Si embargo, aquellos momentos de entusiasmo no duraron mucho.  Poco a poco, esa ilusión se fue diluyendo conforme  aumentó la ambición y el afán de seguir hurgando el oro en las entrañas de la ciudad.

La Comisión interinstitucional había establecido un Plan de conservación, un área de protección patrimonial y los lineamientos para que la explotación minera, legal e ilegal, no atente contra la ciudad ni ponga en riesgo su valor patrimonial.  Un plan que incluía a autoridades nacionales y locales, empresas públicas y privadas comprometidas con el proceso de declaratoria. Pero los compromisos nunca se cumplieron y nunca se ejecutó el plan de protección y riesgos patrimoniales.

El 14 de diciembre de 2016, la ciudad se conmovió cuando, en la madrugada, un estruendo despertó a sus habitantes. Un enorme socavón, literalmente, se tragó a la Escuela Fe y Alegría. La actividad minera, que teje una red de túneles bajo el casco histórico, había socavado el suelo y provocó el derrumbe.  Ya no era solo una nueva advertencia, la ciudad empezaba a hundirse.  Sin embargo, era un secreto a voces que continuaba la  explotación minera. Clandestinamente continuaron  operando y cavando, siguiendo -dicen- las vetas del oro. No olvidemos además que, en el 2018, una consulta popular prohibió toda actividad minera en zonas urbanas, más aún en áreas protegidas y patrimoniales.

El derrumbe de la Escuela tampoco importó. La actividad minera continuó con la ineficiencia y complicidad de las autoridades, la corrupción y la ausencia del Ente rector del patrimonio. Recordemos que el entonces Ministro de cultura y patrimonio, Juan F. Velasco , viajaba con cierta frecuencia a Zaruma.  Y sin embargo, no actuó para detener la minería y exigir que se implemente el plan de remediación que se había propuesto en el Comité interinstitucional creado en el gobierno de Moreno, y que tenía un presupuesto de apenas 4 millones de dólares.

Llamó la atención que en este Comité no se incluyó al Ministerio de Cultura y patrimonio. El ministro de aquel año, Raúl Pérez Torres, se desentendió del tema a pesar que el INPC  le había manifestado que era necesaria la presencia del Ente rector de los patrimonios en dicho Comiité.  Pero lo extraño es que esta omisión se vuelve a repetir. El presidente Lasso anunció la creación de otra Comisión -a raíz del socavón que se produce el 15  de diciembre- en la que también excluye al Ministerio de Cultura y patrimonio. Simplemente absurdo. Al ser una ciudad patrimonial, debe estar la autoridad patrimonial.

El socavón que se produjo en las calles Colón y 10 de agosto, provocó la destrucción de 3 casas patrimoniales. En los siguientes días colapsaron otras dos viviendas. Y con seguridad más edificaciones deberán ser derrocadas porque toda la manzana tiene afectaciones.  Frente a este hecho, tan trágico y doloroso,  otra vez la ausencia. La Ministra de cultura y patrimonio, María Elena Machuca, no asistió a Zaruma. Varios ministros de estado viajaron inmediatamene a esa ciudad, otros acompañaron al presidente en su visita. Pero la Ministra Machuca no. Y recien, el 21 de diciembre, mantiene una reunión con el Ministro de la vivienda, quien había anunciado que el estado de varias casas patrimoniales era ruinoso y peligroso, y que el derrumbe había afectado a 131 familias que serán reubicadas en casas que construirá el MIDUVI.

El gobierno declaró en Zaruma el Estado de excepción. El Ministerio de cultura  y patrimonio debería declarlo Patrimonio en riesgo, esto le permitiría incluso acceso al Fondo del Patrimonio Inmaterial, por ejemplo. Es urgente un plan efectivo de remediación. Y un plan de conservación a largo plazo para recuperar una ciudad con alto valor patrimonial. Pero sobre todo, es urgente que se termine con la corrupción y la irresponsabilidad de las autoridades locales y nacionales. Y es urgente que la propia ciudadanía se active para evitar que la ciudad colapse.

No es nueva la desidia de las autoridades del sector con los patrimonios nacionales y mundiales. En el año 2008 el entonces Ministerio Coordinador de Patrimonio logró que la UNESCO incluyera a la Lengua Zápara en la Lista del patrimonio inmaterial de la humanidad. El objetivo era preservar la lengua que estaba amenazada. Sin embargo, en los últimos años, la ineficiencia de las autoridades patrimoniales, que no han ejecutado el plan de salvaguarda, ha permitido que la Lengua Zápara esté a punto de desaparecer.  En el 2017 ya se advirtió al Ministerio de Cultura y patrimonio, pero nada hizo. En 2019  el INPC elaboró una propuesta para evitar su desaparición. Pero nunca se ejecutó. Con la muerte de los últimos ancianos, la lengua Zápara está a punto de extinguirse. Y no  solo eso, sino que otras 8 lenguas también están en riesgo. Pero al Ministerio de Cultura y patrimonio poco o nada le importa. Es evidente que no hay planificación, ni agenda de prioridades, cuando es al Estado que le corresponde, por Ley y por los instrumentos internacionales, implementar todas las medidas necesarias para preservar nuestros patrimonios.

El Ecuador tiene una nueva manifestación en la lista del patrimonio inmaterial de la humanidad, el pasillo. Por tanto,  es indispensable que se ejecute el plan de salvaguarda que contiene el expediente técnico aprobado por la UNESCO. No se trata solo de celebrar, tomarse fotos e incluirla como un logro de la gestión -es en el anterior gobierno que se concluyó la elaboración del expediente-  sino de presentar al país el presupuesto que se invertirá en la ejecución de dicho plan de salvaguarda, que incluye el fomento, la formación de nuevos compositores e intérpretes y promoción y difusión en el exterior, para que el mundo conozca el pasillo.  Y no está demás tener un mínimo de enteresa y honestidad para reconocer el trabajo de quienes lograron que el pasillo se convierta en patrimonio de la humanidad.

Insisto, las declaratorias -nacionales y mundiales- son, sobre todo, un compromiso y una responsabilidad que asume el Estado para ejecutar los planes de salvaguarda y conservación de las manifestaciones y bienes patrimoniales. Si las declaratorias no están acompañadas de recursos económicos para ejecutar esos planes de salvaguarda, solo servirán para las fotos de las autoridades de turno.

Lo de Zaruma no tiene nombre. Es algo que nunca más debe suceder en nuestro país. Ojalá se establezcan responsabilidades y este crimen patrimonial no quede en la impunidad. 

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