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32 personas rescatadas en Alausí, pero la búsqueda sigue

Personal de rescate llega a la zona del derrumbe. Foto: Twitter

Alrededor de 300 personas, entre bomberos, militares y voluntarios continúan en la búsqueda de sobrevivientes tras el gigantesco alud de tierra, lodo y rocas que sepultó al menos a medio centenar de viviendas en Alausí, en la provincia de Chimborazo, con un saldo  de ocho fallecidos y decenas de desaparecidos.

De acuerdo al reporte emitido por la Secretaría de Gestión de Riesgo, hasta las 13:00 de este martes, la afectación del talud dejó como saldo 500 personas, 71 desaparecidos, 97 damnificados, 30 heridos y 32 personas rescatadas.

El deslizamiento de la ladera de una montaña dejó un área arrasada de unos 150 metros de ancho por unos 700 metros de largo que ha sido aislada con cintas amarillas con letras negras en las que se lee “Peligro”. A unos 100 metros del lugar sobrevivientes y familiares se concentran en un sitio conocido como Puente Negro a la espera de noticias.

En declaraciones a la Agencia The Associated Press, Jorge Torres, jefe de uno de los grupos de rescate, dijo que las condiciones del terreno hacen muy difícil llegar hasta los cuerpos “que deben estar entre 20 y 30 metros bajo de tierra” y precisó que mientras trabajan en la zona continúan las vibraciones del terreno, por lo que “podría producirse otro evento de igual o peor magnitud”.

Personal del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, que se desplazó hasta el punto, estimó que el deslave tendría una proporción de 50 millones de metros cúbicos de tierra que cayó en la zona.

Torres añadió que las primeras horas son fundamentales para hallar sobrevivientes, una posibilidad que se va disipando con el transcurso de los días, pero que continuarán las tareas para “rescatar a alguien con vida y, si no es así, por lo menos brindar la tranquilidad dentro del profundo dolor de los familiares de tener un cuerpo a quien llorar y despedir”.

Debido a la presión de familiares y sobrevivientes, ingresó al sector del desastre maquinaria pesada que empezó a trabajar de inmediato a pesar de la oposición inicial de los expertos, que señalaban que se debían esperar al menos 72 horas. A los rescatistas se sumaron espontáneamente decenas de indígenas de zonas cercanas para ayudar a remover la tierra y los escombros.

Despliegue del personal

En los flancos de la zona arrasada se multiplicaban las casas recién desocupadas con letreros de venta y otras con grietas en sus paredes, mientras perros abandonados vagaban por las calles esperando infructuosamente a sus dueños.

En declaraciones a Ecuavisa, Martín Cucalón, jefe del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, indicó que se desplegaron perros a la zona. «Pero es un tema muy difícil de precisar, porque después del movimiento de tierra, las casas se movieron de su sitio», explicó.

De su lado, el jefe del Cuerpo de Bomberos de Quito, Esteban Cárdenas, aseguró a radio Sonorama que la zona está cubierta por más dos millones de metros cúbicos de tierra, lodo y rocas que han sepultado viviendas de hasta de tres pisos, lo que dificulta el trabajo de los perros entrenados e impide la utilización de equipo tecnológico que detecta vida hasta bajo tres metros de profundidad.

Las cifras de las víctimas

Aunque los efectivos de bomberos, Ejército, Cruz Roja, Policía y otros organismos de socorro lucían agotados, se apoyaban entre sí con frases de aliento para retirar rocas y escombros y cavar en la tierra. Todo el personal de rescate está recibiendo asistencia psicológica.

Uno de los damnificados, Milton Taday, aseguró que un mes atrás, cuando las grietas en la tierra comenzaron a agrandarse, le recomendaron evacuar, lo que le permitió instalarse con su madre discapacitada en la casa de una vecina que les prestó un par de habitaciones. “Pero ahora todo están cerrando, la gente está dejando todo por miedo”, agregó.

La Secretaría de Gestión de Riesgos indicó además que del sitio fueron rescatados 23 heridos y que desde la madrugada del lunes los rescatistas no han logrado recuperar cuerpos o sobrevivientes. Hasta ahora el saldo es de 500 personas y 163 viviendas afectadas, así como 150 metros de carretera, el 60% de la red de agua potable y el 20% de la red de alumbrado público.

Rechazo de la gestión

A fines de febrero las autoridades habían alertado sobre el riesgo de movimientos de tierra en esa zona debido a la intensa temporada de lluvias y habían habilitado albergues en al menos seis municipios.

El presidente Guillermo Lasso llegó la noche del lunes a la zona y dispuso la gestión de varios ministerios para ayudar a los damnificados, algunos de los cuales seguían evacuando sus casas de zonas aledañas, también amenazadas, con la ayuda de vehículos militares y policiales.

Sin embargo, la presencia del mandatario solo generó rechazo. Lasso llegó e ingresó a la Alcaldía donde se reunió con autoridades nacionales y locales para evaluar los daños y ofrecer ayuda para los afectados.

Al salir el Presidente, trató de saludar a los ciudadanos, pero ellos le recibieron con gritos. «Fuera Lasso», «nos quedamos sin familia», «tuvo que morir gente para que vengas», se escuchó en los alrededores, mientras otras personas lanzaron objetos, por lo que el personal de seguridad tuvo que blindar al presidente para montarlo en el vehículo.

Poco después, los espectadores rompieron las vallas. Damnificados, familiares y amigos trataron de ingresar en medio de empujones con miembros de la Policía Nacional y Fuerzas Armadas. En algunos los miembros de la fuerza del orden cometieron abusos contra los ciudadanos, según reportes en redes sociales. (I)

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