
Por: Gabriel S. Galán Melo
El folclor es la expresión más viva y auténtica de la identidad de los pueblos. A través de la música, la danza, la gastronomía y la celebración en general, las comunidades transmiten su historia, sus valores y esencia a las futuras generaciones. En Ecuador, un país pluricultural y multiétnico, el folclor no solo representa un conjunto de tradiciones, sino que constituye el motor mismo que mantiene vivo el espíritu de toda la nación.
Y en medio de nuestro universo multicultural y del folclor nacional, en un lugar ciertamente privilegiado, está el Carnaval. El cual, más allá de considerarse una muy alegre celebración, es el fiel reflejo de la hibridación histórica que da forma a la identidad ecuatoriana. Su origen, en nuestro país, se remonta a las festividades prehispánicas de agradecimiento a la Pachamama por los primeros frutos de la tierra -el pawkar raymi-; las cuales, tras la llegada de los españoles, se mezclaron con las festividades cristianas de la Cuaresma, dando como resultado, en la actualidad, una fiesta única que combina ritualidad, alegría y expresión popular.

En varias ciudades, parroquias y poblados ecuatorianos, el Carnaval se convierte en un símbolo de orgullo y resistencia cultural. En Guaranda, por ejemplo, las coplas, el pájaro azul y el juego con agua hacen del Carnaval un evento emblemático, porque indiscutiblemente como reza la canción: “A la voz del Carnaval todo el mundo se levanta… todo el mundo se levanta, que bonito es Carnaval.” En Cuenca, las familias preparan motepata, elaborado con mote, carne de chancho, longaniza y pepas de sambo. Y en Ambato, por su parte, la “Fiesta de la Fruta y de las Flores” enaltece la riqueza agrícola y artística del país, demostrando cómo el folclor es capaz también de evolucionar y adaptarse sin perder su esencia, pues, esta celebración se instituyó tras el terremoto que destruyó Ambato en 1.949 con el único objetivo de promover la reconstrucción de la ciudad.
Por ello, más allá de la maravillosa celebración, el Carnaval ecuatoriano es una oportunidad para reforzar el sentido de comunidad y recordar la importancia de nuestras raíces. Ya que, en un mundo cada vez más globalizado, donde la identidad cultural se diluye frente a procesos masivos de homogenización, el folclor es un escudo contra el olvido y una fuente de inspiración para la creatividad: defensa de la memoria histórica y del valor de las tradiciones.



Proteger y fomentar estas expresiones es un deber cívico-colectivo. La cultura no es estática ni pertenece con exclusividad a una sola agrupación social, no es propiedad de indígenas o mestizos. Es un legado vivo que se enriquece con cada generación y que corresponde a todos. Si queremos un Ecuador fuerte, debemos valorar y promover nuestras manifestaciones culturales y fiestas populares, porque en ellas se encuentra la esencia misma de lo que somos.
“Amor imposible mío por imposible te quiero, por imposible te quiero, que bonito es carnaval. Porque el que ama a un imposible, porque el que ama a un imposible es amante verdadero, es amante verdadero.”
¡Qué viva el Carnaval!