
En el archipiélago de Galápagos, donde la naturaleza despliega su majestuosidad, un equipo de científicos de la Fundación Charles Darwin (FCD) se sumerge en la tarea de desentrañar los secretos del pingüino de Galápagos (Spheniscus mendiculus), una de las especies más raras del planeta. Entre ellos, el biólogo Marlon Ramón, quien relata su experiencia y la importancia de este trabajo.
«Decidí ser científico porque quería luchar y proteger a las especies en peligro, y entendí que la ciencia era la mejor herramienta para lograrlo», afirma Ramón, quien desde sus primeros años de carrera ha dedicado su vida a la conservación. Su pasión lo llevó a unirse a la FCD, donde actualmente forma parte del Proyecto de Conservación de Aves Marinas.
Este proyecto, ambicioso y fascinante, tiene como objetivo comprender el estado poblacional de especies icónicas como los piqueros de patas azules, los albatros, los cormoranes no voladores y, por supuesto, los pingüinos. Para ello, los científicos realizan expediciones a las áreas de vida de estas aves, donde recopilan datos sobre sus tendencias poblacionales, tasas de supervivencia y éxito reproductivo.
«Cada dato que recopilamos es una pieza clave para diseñar estrategias de conservación efectivas», explica Ramón. «Pero no se trata solo de números y estadísticas, lo que intentamos es desentrañar cómo cada una de estas especies desempeña un papel crucial en el equilibrio del ecosistema».
Una de las técnicas clave en su investigación es el marcaje individual de las aves, utilizando anillos plásticos, metálicos y microchips (PIT-tags). Estos últimos, implantados subcutáneamente, proporcionan datos valiosos sobre el comportamiento, la supervivencia y los movimientos de las aves, sin afectar su calidad de vida.
Sin embargo, en un viaje reciente al oeste del archipiélago, Ramón descubrió una alternativa menos invasiva para identificar a los pingüinos: los patrones de manchas en su vientre. «Algo que me fascinó fue descubrir los patrones de manchas en su vientre, que es un rasgo único en cada individuo», relata.
Un estudio reciente de la FCD demostró que es posible identificar correctamente a un pingüino comparando solo dos fotos previas, gracias a un software especializado que analiza los patrones de manchas en su plumaje. Aunque este método aún presenta desafíos, como las variaciones en los patrones de manchas a lo largo de la vida del pingüino, representa una herramienta prometedora para su seguimiento.

La conservación de los pingüinos de Galápagos es crucial, ya que son una especie indicadora y centinela de la salud del ecosistema marino. Su población, que no supera los 2.000 ejemplares, ha disminuido drásticamente debido al cambio climático, la pesca incidental y la introducción de especies invasoras.
«Cada pingüino que logramos identificar y monitorear es un paso más hacia la protección de toda la especie», afirma Ramón. «Además, estos animales son un símbolo de la fragilidad y la belleza de Galápagos, un recordatorio de que debemos actuar ahora para preservar este paraíso».
El trabajo del equipo de la FCD combina ciencia y compromiso, con el objetivo de garantizar la supervivencia de los pingüinos de Galápagos y de todo el ecosistema único que habitan. «Galápagos es más que un lugar de trabajo; es mi hogar y un recordatorio de que cada acción cuenta», concluye Ramón. (I)
Fuente: Fundación Charles Darwin