viernes, noviembre 14, 2025
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El poder del Juego y la conexión: así transforma vidas el Programa C5

El equipo de especialistas inician juegos con los niños para conocer su condición psico-social. Fotos: Periodismo Público

El sol se filtra suavemente por las ventanas, acariciando los colores vivos de un espacio que, a primera vista, podría confundirse con una guardería, pero es mucho más. Es un refugio, un laboratorio de esperanzas, un semillero de futuros resilientes: el programa Código C5.

El ruido de la ciudad se difumina al cruzar el umbral del Centro Médico Familiar Integral y de Especialidades Diálisis La Mariscal del IESS. El ambiente es acogedor, con una luz suave que se posa sobre juguetes apilados que invitan al juego.

En una sala, adaptada para el manejo grupal, observamos a una profesional de la salud con una calidez en la mirada que traspasa cualquier formalidad. Junto a ella, dos niñas están inmersas en un juego con una caja de muñecos de trapo.

El espacio está diseñado para el bienestar, con una pelota de ejercicio grande de color rosa y sillones que rompen con la rigidez clínica. La sala no es solo un lugar de consulta, sino un puente entre el mundo interior del niño y la terapeuta, donde el juego y la interacción se convierten en las herramientas más poderosas para la sanación.

El Código C5 es la respuesta institucional y humana a la violencia, brindando un acompañamiento «cálido y técnico con personal capacitado y sensibilizado», advierte Soraya Chuquilla, psicóloga clínica e integrante del área de salud mental del programa C5.

El Protocolo de las Cinco «C»

El Código C5 es un programa enfocado en atender a niños, niñas y adolescentes que han sido víctimas de violencia física, psicológica o sexual. No es una reacción improvisada, sino un protocolo diseñado para la atención integral y prioritaria.

El programa se efectiviza y se protocolariza en el año 2019. Yadira Rodríguez, trabajadora social, líder del servicio e investigadora social, explica la filosofía detrás del nombre. «Lo denominamos C5 porque nos basamos en cinco aspectos básicos, necesarios y elementales para trabajar con con este grupo prioritario en la atención».

Estos pilares son: Contingencia, Contención, Comunicación, Coordinación y Culminación (cierre o seguimiento). Todo el proceso parte siempre de la sensibilización y el respeto por los derechos humanos.

La atención se inicia generalmente con una derivación interna, donde los signos de violencia son detectados por el área de pediatría o las especialidades. Un chat interno entre todos los trabajadores se activa inmediatamente, funcionando para ellos como «El código de de C5». El equipo está presto a colaborar de acuerdo a la especialidad o necesidad del usuario.

La doctora Soraya Chuquilla, durante una evaluación médica.

El camino del paciente arranca con una entrevista preliminar, y la atención se desarrolla según las necesidades de cada uno. Rodríguez enfatiza que cada caso es muy diferente y se trata de manera individualizada. Una prioridad absoluta es evitar la revictimización, para lo cual se emplean técnicas adecuadas y oportunas. La sensibilización parte desde el equipo, sabiendo que no tienen que abordar directamente, pero sí determinar los factores influyentes para saber cómo actuar.

La contención emocional empieza desde los profesionales de salud mental, pero el enfoque es integral: «nuestra contención es para el grupo familiar, no solamente para el menor que se está viendo afectado, sino para el padre, para la madre, para los hermanos, inclusive». La premisa es clara: si el menor está bien, su entorno debe estar bien.

El abordaje legal

El programa C5 aborda una realidad compleja: a menudo, el maltrato proviene del propio núcleo familiar. La respuesta institucional es la protección legal, que es obligatoria. «Todos los pacientes que tenemos acá tienen que obligatoriamente tener una medida de protección». Para precautelar el derecho a la salud del menor en riesgo, el equipo trabaja conjuntamente con otras entidades.

Entre las redes de apoyo se encuentran la Junta Metropolitana, la Fiscalía General del Estado, o la Dirección Penal, dependiendo de la necesidad. Rodríguez aclara que, aunque no se manejan con el término legal de «denuncia,» sí emiten una notificación a las entidades pertinentes. La ley los ampara como profesionales para notificar cualquier delito que suceda en el menor de edad.

La identificación para la denuncia inicia, normalmente, con los testimonios de los menores. Aunque el objetivo sería que los padres denuncien, el miedo a meterse en problemas legales obliga al profesional de salud a actuar. «Como profesionales de salud, como servidores públicos, como humanos, tenemos que notificar».

El Edgar Lama, presidente del Consejo Directivo del IESS, advierte que el abuso a menores es «de los hechos más oscuros y terribles de la mente humana». A su criterio, el silencio cómplice es peor que ser abusador, por lo que hace un llamado a la acción para denunciar.  De ahí la misión de este programa.

El perfil del paciente

Chuquilla describe los síntomas que activan la malla C5. Los signos son «bastante evidentes» en el manejo de la conducta y el estado de ánimo. Los pacientes son «muy tímidos, muy callados». Las alarmas a menudo llegan por aislamiento escolar o cuando el paciente se niega a ser auscultado en pediatría, reaccionando ante el contacto.

Al activarse el chat C5, los profesionales de salud mental y Trabajo Social ofrecen apoyo logístico y contención emergente. La evaluación determina la vulneración de derechos, ya sea físico, psicológico o sexual. El trabajo multidisciplinario es «espectacular» en su funcionamiento.

La logística de este sistema está a cargo de Trabajo Social. Ellas se encargan de organizar las citas, llamar a los pacientes y hacer el seguimiento, lo cual es invaluable, ya que la consulta externa por demanda espontánea sería imposible de organizar para la atención prioritaria.

Los estudios de caso que se realizan han sido fundamentales para evaluar el apoyo al paciente, triangular la información y hablar con especialistas y autoridades legales.

Yadira Rodríguez y Soraya Chuquilla realizan una evaluación a través de actividades lúdicas.

En cuanto a las cifras, el impacto es significativo. Mensualmente, se manejan 30 citas semanales para psicología infantil y 15 turnos para psicología clínica, sumando 45 turnos solo para víctimas de vulneración de derechos. Anualmente, las atenciones llegan alrededor de 2.200 a 2.300 pacientes. El ingreso de nuevos pacientes por año es de 50 a 60, todos con un tema legal. Desde la implementación del Código C5, ya se han presentado 358 denuncias.

La evaluación humana: el Juego de los muñecos de trapo

Las salas de terapia se convierten en espacios lúdicos y a la vez de profunda evaluación. En ellas se emplean herramientas especializadas para evitar la revictimización, como el juego con muñecos de trapo.

Rodríguez explica que estos muñecos son sexados y representan distintas razas (indígenas, negras y mestizas) y grados de parentalidad (abuelos, madres, padres, niños). El objetivo es que las niñas y niños puedan identificar su entorno y revelar posibles vulneraciones de derechos a través del juego.

Las especialistas inician la sesión, instando a las niñas a identificar las diferencias: «Tienen culturas diferentes… La piel es diferente, ¿verdad? Su situación étnica también es diferente». Las niñas, con naturalidad, seleccionan a los muñecos que conforman su familia.

El experimento toca un punto crucial cuando una niña manipula un muñeco, y la terapeuta aprovecha para reforzar el concepto de autonomía corporal. «Nadie te puede sacar nada a la fuerza, ¿no es cierto?». La respuesta de la menor es asertiva: «Exacto, qué bien. Qué bueno que lo tengas claro, mi amor».

Este ejercicio se convierte en un momento para elogiar la educación familiar. Otra niña, al vestir a su muñeca, exclama con convicción que su espacio personal es algo privado: «Eso es personal». La terapeuta felicita a la madre por cuidar «mucho su espacio personal». Este recurso de evaluación, en este caso, confirma la inexistencia de vulneración y celebra la claridad de las niñas.

Las historias de recuperación

La verdadera validación del C5 no está solo en el protocolo, sino en las historias de vida que se han transformado. El seguimiento continuo y humano es la «piedra angular del éxito que ha tenido el código C5». Rodríguez afirma con convicción: «El paciente nunca en ningún espacio de proceso se ha quedado solo. Siempre ha tenido un espacio de seguimiento en absoluto».

Chuquilla relata el caso de una adolescente de 14 años que sufrió vulneración sexual por parte de un familiar. El trauma la llevó a dejar de asistir al colegio. Con un trabajo multidisciplinario, que incluyó psiquiatría y medicación para la ansiedad, la joven pudo regresar a su ámbito escolar, con la ayuda de su madre como «educadora sombra empírica».

El primer logro fue la reintegración a la escuela, y el segundo y más trascendental, fue la sentencia para el agresor. La sentencia, con medidas de alejamiento, le dio a la paciente la seguridad para respirar mejor. Hoy, ella sigue en tratamiento priorizado, está estudiando y su meta es ser policía.

Rodríguez se conmueve con las historias de retorno. «Para mí, en realidad, creo que las mejores experiencias son las verles retornar a la unidad… siempre más tranquilos, más abiertos sin este ambiente de tensión».

Recuerda un caso de abuso físico por parte de padre y madre, que resultó en la custodia del niño a cargo de la abuela materna. El niño ingresó con un cuadro de desnutrición «muy muy amplio». Hoy, el niño, que sigue en atención, es «realmente feliz, es un niño que ya está acorde a su talla, su peso con su abuelita, viene corriendo».

Es gratificante que la gente regrese, incluso a una unidad de salud que suele ser percibida como un ambiente tenso. El equipo sabe que deben involucrarse en el aspecto privado de los hogares a través de visitas domiciliarias.

Rodríguez concluye con una reflexión sobre el rol humano: «Tenemos que tener claro y consciente que cuidar la salud física es tan importante como cuidar la salud mental». El Código C5 es la prueba de que un equipo sensible y profesional puede transformar la vida, devolviendo la huella de la sonrisa y la esperanza. (I)

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