
El Ministerio de Salud Pública (MSP) lo advierte: la salud mental es un tema de prioridad. La alerta se refleja en las cifras. Solo en 2024, se registraron 226.000 consultas por casos relacionados con ansiedad y 128.000 por depresión, a escala nacional.
Hoy, 10 de octubre, se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, para promover la importancia del bienestar psicológico como elemento vital del bienestar integral, a decir de Pablo Analuisa, director Nacional de Enfermedades no Transmisibles, Salud Mental y Fenómeno Socioeconómico de las drogas del MSP.
El funcionario revela la magnitud de los desafíos que enfrenta Ecuador, donde la ansiedad, la depresión y el consumo de sustancias se mantienen como las principales alertas.
Analuisa advierte otra circunstancia que requiere atención: el trastorno mixto. Es decir, la combinación de ansiedad y depresión. El técnico explica que este cuadro es tan peligroso que incluso, la persona que lo padece «puede desembocar en un intento de suicidio». El riesgo conlleva a que «muchas de esas tentativas terminan en suicidios consumados».
Según el MSP, los registros de muertes por ese trastorno han reducido en los últimos tres años. Aun así, el número de casos es elevado. En 2022 fueron 1.144; mientras que, en 2024, la cifra bajó a 1.090.
El impacto de estas problemáticas varía por perfil demográfico, explica Analuisa. La depresión y los intentos de suicidio se asocian -en su mayoría- a las mujeres, mientras que los suicidios consumados son más frecuentes en los hombres.
Por edad, la carga recae principalmente en la población joven. El Ministerio de Salud con el de Educación para enfrentar el suicidio en niños y adolescentes.
El documento «Manual de cuidadores comunitarios para prevención del suicidio» forma parte de esta estrategia, que incluye coordinación territorial para brindar atención emergente en casos identificados.
Además, el MSP tiene previsto presentar la Política Nacional de Salud Mental, una iniciativa que busca mejorar la condición mental de la ciudadanía, mediante estrategias intersectoriales y que pone especial énfasis en el enfoque familiar y comunitario.
¿Qué dicen las normas?
La Asamblea Nacional aprobó unánimemente la Ley Orgánica de Salud Mental el 14 de diciembre de 2023, después de más de una década de debate y posposición. Esta ley representa un avance histórico para garantizar el acceso integral a la salud mental, incluyendo la promoción, prevención, protección y provisión de servicios y medicamentos. Fue publicada en el Registro Oficial el 5 de enero de 2024 y ya cuenta con un reglamento que facilita su aplicación práctica.
Analuisa explica que la implementación de dicha norma se está concretando con el despliegue de servicios en el primer nivel de atención, incluyendo centros de salud y hospitales básicos, así como 71 dispositivos de atención ambulatoria intensiva que buscan garantizar el acceso inmediato a la atención integral.
En 2025, la agenda ministerial para la salud mental contempla diversas actividades nacionales y regionales. Entre ellas, destacan concursos de talentos para jóvenes en Sangolquí, encuentros culturales en la Universidad de Loja, eventos artísticos en Latacunga y ferias informativas en parques de Quito, especialmente diseñadas para involucrar a comunidades y promover espacios de diálogo y expresión emocional.
La atención es una necesidad, no un lujo

Gabriela Llanos, docente de la UISEK, advierte que todavía existen brechas para alcanzar una atención óptima en el campo de la salud mental. Indica que el problema no es solo normativo, sino de acción y recursos. “Apenas alrededor del 0.80% del presupuesto general de salud se destina a esta área”, añade.
A la falta de presupuesto y la distribución desigual de servicios, se suma un “obstáculo cultural del estigma”. Es decir, “la atención de salud mental se percibe como un lujo, no una necesidad», dice Llanos.
Para lograr un impacto real y construir «entornos mentalmente saludables», la Llanos indica que la implementación efectiva de la Ley Orgánica de Salud Mental se acompañe no solo de voluntad política y presupuesto descentralizado, sino también del compromiso de actores clave como las universidades.
Estas instituciones deben ir más allá de su función formadora, «implementando modelos de bienestar concretos que sirvan de ejemplo», dice.
La apuesta de futuro, sugiere la experta, debe ser un modelo híbrido que combine la «inmediatez de lo digital con la profundidad del apoyo humano especializado» , permitiendo que herramientas como las apps y terapias online democratizan el acceso y superen barreras geográficas para casos leves. Sin embargo, la clave está en priorizar aplicaciones «con respaldo profesional» y cuya eficacia esté validada localmente, asegurando siempre la privacidad de datos. (I)


