Paúl Freire Vaca
Practico fútbol. Crossfit y todo tipo de deporte que no sea de gran inversión. Soy zurdo hasta para silbar y con la experiencia necesaria para decir lo que pienso y defender lo que creo. También tengo título pero quiero que me tomen en cuenta por lo que sé que por los cuadros que tengo en mi pared.
Todos sin lugar a dudas al verlos jugar, cada uno en su momento exclamamos: ¡qué jugadorazos! Y es que la elegancia y su entrega en los partidos los hace distintos y de palabra. Distintos al marcar la diferencia en esa posición en la que juegan y de palabra porque en algún momento ofrecieron a sus padres que triunfarían y vaya que lo hizo y lo empieza a lograr.
Pero antes de que deje de leer esta columna quiero comentarle algo preocupante y está en la siguiente pregunta: ¿Cuánto tiempo tendremos que esperar que pase para deleitarnos con otro jugador distinto? Sí, con ese al que le llenamos de elogios y decimos ya debería estar en otro país o tiene todo para irse a Europa.
Se ha puesto a pensar cuántas promociones de futbolistas pasaron para tener de nuevo este escenario. Creo que no se trata de alabar o magnificar las cualidades de un jugador, que obviamente las tiene, sino de mirar un poco más a las bases de dónde salió. Ojo, no quiero hacer publicidad a un equipo de alto rendimiento ni mucho menos, pero si es importante dar ese empujón que los jóvenes futbolistas necesitan.
Contadas son las veces que los torneos de divisiones inferiores tienen un espacio de difusión. Sino fuera por las plataformas digitales ni siquiera sabríamos que existen las categorías sub14, sub16 o sub 18 y es aquí en donde estos futbolistas distintos se forman sino pregunten al profe Célico que con el apoyo necesario le dio al país un Campeonato Sudamericano sub 20.
En lo personal, queda pendiente en esta asignatura la de incentivar a los compañeros de Moisés y a aquellos que ahora lo ven como un ejemplo a seguir para que den ese salto y estén como titulares, o al menos en las bancas de suplentes de los equipos de primera división que por cierto algunos de ellos dan más cabida al acento extranjero que a la pierna derecha o izquierda de un joven compatriota.
Si las cosas siguen igual estoy más que seguro que las próximas que darán de que hablar serán nuestras futbolistas que con su empeño, trabajo y dedicación han logrado lo que en un inicio era imposible: tener jugadoras de exportación, su propia liga femenina de fútbol y en su momento hasta jugar un mundial -prometo escribir de este tema en una próxima columna-.
Es fácil acordarse del “Toño” Valencia y de Moisés, más que seguir conociéndolo, quiero ver jugar en la selección, y es en serio, a su compañero volante por derecha, a su rival que va por izquierda, al medio centro con quien chocó en una pelota dividida, al defensa central con quien tuvo un incidente -propio del fútbol y que quedó en la cancha- e incluso a ese compañero que se parte en los entrenamientos pero no llega a la banca de suplentes por falta de oportunidad. En serio quiero verlos jugar ¿ustedes no?
Ahí se las dejo, cortita y al pie. (O)