El sonido del mundo es latino. Solo basta ver los fenómenos el impacto que sigue teniendo Shakira, la gran influencia de Bizarrap y la sensación que generan figuras como Bad Bunny y Karol G, además del espacio protagónico que los Grammys anglo han sabido cederle al sonido latinoaméricano.
El mundo quiere bailar y Latinoamérica sabe cómo satisfacer esos deseos. En las cifras más recientes de Spotify se reveló que del total de usuarios de la app, que asciende a los 515 millones, el 21% es de América Latina.
El sonido latino se ha apoderado de las cifras de la música, y esto es evidente pues según la Asociación de la Industria Discográfica de América, la música latina representa el 6,9 % de todo el mercado estadounidense y el talento latino sigue batiendo récords, incluso Karol G se convirtió en la primera mujer en incluir un álbum íntegro en español en la lista Billboard 200.
Estados Unidos ya no es el centro de la música mundial
La música latina tiene el impacto mundial de ahora gracias a un legado donde el continente ha sido clave para la difusión del sonido propio. Desde inicios del siglo XX, las sedes discográficas de países como México, Argentina, Venezuela y Colombia permitieron no solo importar y difundir lo que sucedía en la música internacional, sino también llevar al mundo el sonido local.
Asimismo, la diáspora fue clave en este intercambio musical. Ugo Fellone, coordinador del Grado en Musicología de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), explica que “la fuerte presencia de inmigrantes latinoamericanos en Nueva York y Miami ha contribuido a construir un tejido industrial en ambas ciudades que ha ayudado a la creación de un «sonido latino» alrededor de géneros como la salsa, el merengue, la bachata o el reggaetón”.
Conforme pasa el tiempo, la preponderancia del sonido latino, junto con la diversificación de los canales para acceder a la música, ha permitido que se descentralice la industria.
“En los últimos años se vienen desafiando las viejas relaciones de centro-periferia que garantizaban la predominancia de Estados Unidos en la producción de música latina”, señala el docente en música. “Como prueba, el claro ascenso de la ciudad de Medellín como lugar de producción destacada de la música latina de la última década”.
Diversidad de acceso y más rentabilidad
Lo que a principio de los 2000 parecía el fin de la música, ahora es el medio de su supervivencia: el streaming. La industria ha tenido que adaptarse a estas nuevas formas de consumo para revalidar su lugar. Ugo Fellone profundiza en esta transición:
“Los procesos de aglomeración de la industria que llevaron a pasar del Big Six (Warner, EMI, CBS/Sony, RCA/BMG, MCA/Universal y PolyGram) al Big Three (Sony, Warner y Universal) y el cambio de una industria enfocada a la venta de formatos físico a una concepción mucho más amplia del negocio musical han garantizado que esta siga siendo fundamental en la esfera pública, ayudando a respaldar el ascenso de numerosos artistas que de manera independiente no habrían podido soñar con esa visibilidad”.
Estudiar música hoy en día
Con la globalización y democratización de la música en español, nunca fue tan fácil abrirse un espacio en el panorama. Quizás eso ha alentado a los jóvenes a ver la música como una opción seria de formación y profesionalización, con másteres en producción musical, gestión y programación, música en directo, etc.
“Los perfiles de acceso a estos estudios son muy diversos, desde músicos y musicólogos a periodistas o publicitarios, pasando por personas especializadas en marketing u otras carreras de humanidades”, explica Ugo Fellone desde su experiencia académica en el tema. “Hoy se ofrecen estudios donde se dialoga con la realidad profesional a la que se enfrentarán los estudiantes”.
Con esto se habla, entonces, de abrir espacios académicos que no solo satisfagan las necesidades de los nuevos profesionales de la música, sino de la musicología del mañana. Será cuestión de tiempo conocer los nuevos caminos que la música en español abra en el sonido internacional.