Javier Cevallos
Periodista con más de 22 años en el oficio. Ahora forma parte del Colectivo Periodismo Público.
Son más de 8 meses donde el país vive una emergencia sanitaria, económica y social sin precedentes. Tengo la percepción de que la gran mayoría de ecuatorianos todavía no dimensiona la gravedad de la situación que nos aqueja. Por un lado, una economía del país convaleciente donde no se ve una recuperación por la medicación inyectada. Por otro, está el riesgo permanente de que usted, su padre, madre, hermanos o hijos se contagien por coronavirus.
¿Le parece exagerada esta apreciación? Solo pasemos revista a las cifras que reveló el Servicio Integrado de Seguridad ECU-911 luego del feriado de cuatro días por el Día de Difuntos y la Independencia de Cuenca.
El organismo de vigilancia y seguridad reveló que durante los días de descanso hubo dos situaciones evidenciadas: primero, irrespeto al distanciamiento y, segundo, incumplimiento de las medidas sanitarias.
En este periodo, se contabilizaron en total 5.134 aglomeraciones. En las playas, a través del mecanismo de monitoreo “Distanciados”, se calculó la presencia de casi 20 mil bañistas, de los cuales, alrededor de un 20% incumplió las medidas preventivas dispuestas por las autoridades para evitar el contagio por covid-19.
Con estos y otros datos, varias preguntas me salen a flote: ¿Aún no aprendemos? O realmente nos vale ya todo… Lo que nos ha mostrado esta emergencia es la poca disciplina que la gran mayoría de compatriotas tiene para acatar disposiciones oficiales y mantenerlas a lo largo del tiempo, y, el poco sentido de responsabilidad que se tiene con los demás.
Hay varios ejemplos para sostener ese argumento. En cadenas grandes de supermercados se visualizan sobre el piso flechas que direccionan a los consumidores por los corredores de los productos. Pese a ello, hay gente que va en “contravía” sin tomar en cuenta la señaléctica…y al decirles algo, la respuesta es el insulto o el típico “no sea metido, a usted que le importa, en qué le afecta”.
Todavía se observa por calles y avenidas a ciudadanos con su mascarilla colocada en la barbilla o cuello; a otros tantos escupiendo sobre el piso, o a familias enteras reunidas sin tomar en cuenta la ventilación de los espacios.
Siento que la postura del “me vale” nos seguirá pasando factura. No exijamos auxilio a las autoridades, si cada uno de nosotros no somos capaces de cuidarnos. (O)