miércoles, noviembre 20, 2024
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¿Quién defiende al consumidor financiero?

AlexOrmaza

Alex Ormaza

Periodista y ex becario Fulbright por EE.UU. con más de 28 años de experiencia. Fue editor de los semanarios Washington Hispanic y Washington’s Voz, además de la revista Diálogo-Américas. Es Master en Comunicación de Masas por FIU y Diplomado en Marketing Gubernamental por la UNAM.

Consecuente con la exigencia moderna de ser multitareas, escuchaba a Guillermo Lasso en el telenoticiero, al mismo tiempo que revisaba en Internet el estado de cuenta de una tarjeta mía de almacén a la que le habían cargado $1.86 bajo el rubro de “Entrega del Estado de Crédito”. Dicho en cristiano, me cobraban por informarme cuánto les debía.

Más o menos como si un restaurante agregara un cargo de $1.86 al cliente por darle su cuenta.  

No me hubiera alarmado por el cargo en la tarjeta, de no haber vivido ya en carne propia y ajena las acciones de entidades financieras que van sin freno pasándole sus costos operativos a los clientes, sin que nadie los regule.

Amigos míos han recibido cargos a sus cuentas telefónicas después de llamar a las líneas 1700 de estas entidades, para solicitar algún servicio o reclamar por un seguro que nunca solicitaron. 

Otros, quienes tuvieron la pésima idea de comprar comida o medicina en lugar de pagar la tarjeta a tiempo, han pagado intereses usureros por mora, servicios de cobranza y hasta cobros por impresión de papeles. Y los que refinanciaron deudas postpandemia, no terminan de ver el beneficio por los nuevos intereses que enfrentan.

Aquellos que dejaron sus joyas empeñadas en bancos privados, pagaron por la tasación y custodio de las joyas y por seguros de desgravamen a elección del banco.

Y yo que siempre creí que la máxima afrenta de los bancos era poner dos cajeros en ventanilla para atender filas de 50 personas.

Mientras yo leía mi estado de cuenta, Lasso decía en televisión que Ecuador necesita productividad y reglas comerciales claras para lograrla, y a los emprendedores les prometía financiamiento eficiente, simplificar trámites y una reforma tributaria que elimine impuestos.

La oferta de Lasso no está mal, pero, cómo creerle si ahora que hay desempleo y bajas salariales a la orden del día, los bancos y las instituciones financieras nos comen vivos, no quiero imaginar cómo será cuando seamos productivos y exitosos bajo su gobierno.

En el Plan de gobierno de Lasso encontré un halo de esperanza en la sección Modernizacion Financiera, pero sospecho que me equivoqué.

Esa sección señala que para modernizar la banca y hacerla más competitiva, se necesita regulación bancaria de primer mundo. Muestra su descontento con la normativa vigente que limita a la banca para acceder a mercados como salud, valores y otros, y ve con desagrado que un porcentaje de su liquidez vaya a la banca pública, cuando, según él, con ese dinero la banca privada podría colocar créditos en mejores condiciones.

No encontré nada sobre el consumidor ni alguna fórmula o plan de flexibilización sobre cómo alivianarle la cruz que debe cargar.

Poco después recibí un video por redes sociales que muestra a Lasso ofreciendo recuperar los dineros robados. Promete que él hará volver al país los $500 millones feriados a ISSPOL y los $70,000 millones que le atribuye al correísmo.

“Los hombres creen gustosamente aquello que se acomoda a sus deseos”, dijo Julio César hace ya 2,000 años. (O)

Video Prefectura

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