Alex Ormaza
Periodista y ex becario Fulbright por EE.UU. con más de 28 años de experiencia. Fue editor de los semanarios Washington Hispanic y Washington’s Voz, además de la revista Diálogo-Américas. Es Master en Comunicación de Masas por la Universidad Internacional de la Florida (FIU) y Diplomado en Marketing Gubernamental por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Frente a la caída del empleo en Ecuador, que llevó al país a una tasa de desempleo de 6,6% a septiembre de este año y de cara a una economía fiscal muy frágil, los ecuatorianos encuentran en el emprendimiento su vía de salida.
La tarea no es nada sencilla, sobre todo por el confinamiento causado por la pandemia del covid 19 y por las restricciones que ella conlleva.
Esas restricciones, que hoy día tienen que ver mayormente con medidas de bioseguridad, pueden significar un verdadero lastre para cualquier emprendimiento, que ya de por sí enfrenta retos financieros en sus inicios en épocas normales.
Tampoco ayuda las predicciones económicas que prevén una caída de la economía de entre 7 y 10% para lo que resta del año, con la consecuente caída en el empleo e impacto negativo en el emprendimiento.
Previo a la pandemia, ya el emprendimiento se perfilaba como una opción importante para aminorar los efectos de la delicada situación en la que ya se encontraban los ecuatorianos, por lo que tanto el gobierno como la Asamblea se coordinaron entre sí y aprobaron en febrero la Ley de Emprendimiento.
Sin embargo, la pandemia que se presentó días después desvió la mirada del gobierno hacia la emergencia y las políticas públicas que se suponía se iban a implementar tras la aprobación de la ley, quedaron prácticamente olvidadas. Por ende las promesas de promover esas políticas públicas dirigidas al desarrollo de programas de soporte técnico, financiero y administrativo para emprendedores.
Quienes habían emprendido meses o incluso años antes de la pandemia han experimentado en 2020 severas complicaciones en liquidez y eventualmente falta de solvencia para seguir adelante con sus negocios.
Hoy, aun cuando marchamos a contra corriente por los visos de incremento en los casos de covid-19 en el país y su consecuente recrudecimiento de las medidas de seguridad, se requiere políticas que se orienten ofrecer a los negocios, especialmente pequeños, opciones para que puedan encontrar fuentes de inversiones y así seguir operando.
Y dependiendo de los casos, incluso se debe ir más allá del financiamiento de los negocios y ofrecer facilidad en las hipotecas, refinanciamiento de deudas, entrenamiento de empleados frente a la nueva realidad, entre otros.
Asimismo, se debe pensar en apoyar aquellos emprendimientos con potencial de monetizar en mercados internacionales, dada la situación financieramente delicada del país. Un apoyo que se espera no solo del gobierno, sino de otros actores como las empresas y la misma academia.
Después de todo, la cultura del emprendimiento nunca le ha sido ajena al ecuatoriano. Solo en el 2019, emprendieron alrededor de 3.6 millones de habitantes y el país ostenta la tasa deemprendimientos más alta de la región andina: 29,6%, según el informe “Emprendimiento: 10 años sin evolución sustancial”, según la Escuela de Negocios de la ESPOL.
También hay que decir que entre el 70% y 80% de esos emprendimientos han cerrado debido a factores como poca rentabilidad, falta de innovación y dificultad para acceder a créditos.
La hora de apoyar al emprendimiento llegó para que los ecuatorianos se atrevan a dar el paso que les permitirá tener control de su tiempo, sus ingresos y puedan labrar un futuro digno para sus familias. (O)
Triste 😢 y cruda realidad que nos ha tocado vivir para muchos dejándonos también buenas lecciones de vida y de saber valorar lo que tenemos, y ver que futuro estamos dejando a nuestros hijos