viernes, julio 26, 2024
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Demos sentido a la educación democrática

Esteban Ron Castro

Analista Político, Máster en Democracia y Buen Gobierno por la Universidad de Salamanca; Magíster en Comunicación Estratégica Universidad Andina Simón Bolívar; MBA Universidad Internacional Del Ecuador. 

Educar ha significado, al menos en la vida “moderna” o bajo nuestra tradición, formar a una persona con las capacidad de pensar y desarrollar ideas por sí mismo; no podemos asumir las ideas de la educación como una prescripción de un contenido de un pensamiento prestablecido, esto definitivamente, es imposición.

La educación ciudadana consiste en el desarrollo de cualidades de discernimiento, juicio, responsabilidad que permiten a cada persona formar y forjar una propia opinión sobre una determinada situación o más que nada, un objetivo de vida.

Sobre la base de esto, nos formulamos la pregunta, ¿qué es la educación democrática?, nos desapegaremos del antiguo concepto de la educación cívica, en la que con significancia histórica aprendíamos sobre los expresidentes del país y recitábamos en el colegio los supuestos crímenes y atrocidades de cada uno de ellos, sin asombro o entendimiento alguno.

La verdadera educación democrática o en democracia supone siempre la actualidad y la actualización de conocimientos que no solo se imparten en las aulas, sino en la dinámica propia generada por el estado moderno, es decir en la interacción: estado – ciudadanos – gobierno.

Aquí es donde, volvemos al concepto inicial, es decir la concepción de la educación como la formulación del pensamiento propio pero con respecto a la generación de ideas democratizadas y democratizantes, donde la diversidad de pensamientos claros y precisos generarán las primeras premisas; pero, los que por el flujo de información y acceso a la misma requieren de un inmediato e innato contraste con la ciencias, datos duros y la academia, completando así el ciclo de la formación de: discernimiento, juicio y responsabilidad.

Todo hasta aquí suena adecuado y bajo una lógica estructural bastante definida; pero, tenemos un factor externo que siempre estará en el espectro ciudadano, este es el “debate prohibido” en palabras de Chantal Delsol, académica y erudita francesa, quien nos aterriza en la realidad cuando nos señala que la información y educación en democracia se distorsionará por la existencia de medios populares con mayor arraigo en espacio y cultura.

Estos medios populares ya no se constituyen en los antiguos medios de comunicación públicos o de fácil acceso, ahora el debate prohibido se encuentra en la plataforma virtual de las redes sociales y la información inmediata.

La democratización de la educación y el desarrollo del pensamiento se complejiza cada vez más; el reto es entender y aprovechar las variables hegemónicas y actualizarlas con un pensamiento de autocrítica y proposición sustancial de servicio público y al público. Algo que podemos aplicar a esta campaña cuando analicemos las propuestas y las acciones de quienes gobernarán el país. (O)

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