Por Pablo Salgado J. escritor y periodista
La cámara enfoca, una y otra vez, las piernas y el cuerpo de la esbelta invitada. Un primer plano recorre su cuerpo y se detiene en su cintura dejando ver un corto panty de algodón blanco bajo un velo transparente. La curvilínea chica camina contoneando su cuerpo, mientras a un costado tres hombres, los presentadores, gritan: ¡Bravo. Guapa! Y uno chifla, sin vergüenza alguna. La cámara sigue a la mujer en la pasarela del estudio. Ahora la chica camina de espaldas y la cámara enfoca, en primer plano, su trasero. Y los tres hombres entusiasmados aplauden y vuelven a gritar: ¡Bravo, Esa, Bravo!.
Es el programa En contacto, de Ecuavisa, a las 11h00 de la mañana. Horario familiar. Uno de los presentadores, pequeño y regordete, se acerca a la chica y, sin pudor alguno, pregunta: “¿estás enamorada de Sebastián? ¿Qué le quieres decir? Te dejo la cámara para que le digas algo.” Y la chica, presionada, apenas atina a responder. “No, no. No le quiero decir nada.” Y la cámara vuelve a enfocar, en primer plano, su cuerpo esbelto.
Se trata de seleccionar a la nueva integrante del programa; “la nueva estrella de En contacto”. Un espacio sexista y machista. A toda regla. Así todas las mañanas de Ecuavisa. Y ni se diga de TC y el resto de canales de televisión en señal abierta. Programas que denigran a la mujer, incentivan el sexismo y el machismo. Siguen cosificando a la mujer, y consolidando estereotipos en los que la mujer es siempre el objeto de deseo. Tienen un solo objetivo: las mujeres deben perseguir la belleza, los cuerpos esbeltos y sensuales. Solo así podrán convertirse en la nueva estrella y solo así triunfarán en la vida.
Es evidente que la calidad de la televisión ecuatoriana se ha deteriorado aceleradamente. Los espacios familiares están repletos de programas “basura” que solo incentivan la violencia de género que, lamentablemente, es cada vez más frecuente en nuestro país. Las cifras son alarmantes, el año anterior fueron 196 mujeres asesinadas. Una cifra record. Y, solo en este feriado de fin de año, el 911 recibió 1874 llamadas de auxilio por violencia contra las mujeres. Pero nada de esto parece importar a los directivos de los canales de televisión. Se trata de alcanzar, a costa de lo que sea, altos índices en el “raiting”. Y con alto “raiting” más ganancias.
La Ley Orgánica de Comunicación, que regulaba a los medios, y este tipo de programas, ya no existe más. El presidente Lasso, en su primera semana de gobierno derogó el Reglamento de dicha Ley. Por tanto, es inaplicable. Y, al mismo tiempo, remitió a la Asamblea Nacional un nuevo proyecto de Ley que suprimía la regulación a los medios. Un proyecto de Ley que no cumplía con los requisitos necesarios para ser tratada en la Asamblea. De ahí que estamos en indefensión, pues incluso algunos artículos de la Ley orgánica que garantizaban derechos y beneficiaba a la producción audiovisual del país quedaron insubsistentes.
Una y otra vez, y no solo en los programas “de variedades” sino también en los programas de noticias, se violenta los más mínimos parámetros de convivencia y de responsabilidad con la comunidad. Programas que son verdaderas agresiones a los derechos de los niños, de los adolescentes y de la mujer. Queda, una vez más, en claro aquello de que “los medios de comunicación se autoregulan” es una vil falacia. Una gran mentira.
En Ecuador, el 5 de enero celebramos el Dia del Periodista en honor al primer periódico del país Primicias de la Cultura de Quito, creado por Eugenio Espejo y apoyado por su hermana Manuela Espejo. Aunque, como casi siempre, solo se reconoce a Eugenio y no a Manuela. Como muchos periodistas afirmaron: no hay nada que celebrar. Por el contrario, cada vez la precariedad para el ejercicio del periodismo es mas profunda. 23 mil personas vinculadas con la comunicación han sido despedidas en estos últimos 4 años, de acuerdo a una investigación de Periodistas sin cadenas. Despedidos y sin el pago de las liquidaciones correspondientes. Y además, en Ecuador se producen 20 agresiones, cada mes, a los periodistas, y no existen mecanismos que garanticen su seguridad.
Ecuador es el único país de la región que no tiene en su televisión abierta programas culturales. No existe un programa de libros, o de cine, o teatro, o de música, en el cual se pueda no solo promover el trabajo de los artistas sino reflexionar o debatir temas de cultura. Apenas si uno de música, de SAYCE, con el que intenta justificar sus altos gastos administrativos ante sus agremiados. Y lo que es gravísimo, de nuevo, en Ecuador ya no existe televisión pública. Y por si fuera poco, incluso la televisión educativa ha sido desmantelada.
Ecuador debe contar con una Ley Orgánica de Comunicación, pero sobre todo debe contar con empresarios de la comunicación con un mínimo grado de responsabilidad social, ambiental y cultural. Una responsabilidad con las audiencias, sobre todo con aquellas que no pueden acceder a la televisión pagada. Ecuador necesita empresarios que entiendan que la comunicación es un derecho ciudadano y no solo un gran negocio.
Mi saludo a todos los colegas periodistas que, día a día, trabajan con esfuerzo, ética y responsabilidad.