Un sueño hecho realidad: 800 recolectores y productores nacionales de vaina de guarango, un árbol de la zona andina, cuyo fruto seco tiene demanda internacional en la industria farmacéutica y alimenticia, enviaron su primera exportación de 30 toneladas al vecino país, Perú.
Lo hicieron, a través de la ejecución del Proyecto Guarango: Negocios, asociatividad y restauración del bosque seco andino, una iniciativa del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE), coejecutada por la Fundación Heifer Ecuador, el Programa REM Ecuador y FIAS, y financiada por la cooperación alemana -noruega y Heifer Internacional.
Hasta el centro de acopio ubicado en Langos de San Andrés, una parroquia de Guano, Chimborazo llega el guarango recolectado para su exportación, la cual se concretó, apenas 128 días después del inicio de la ejecución del proyecto, a través de una negociación directa con la empresa SilvaTeam, liderada por las organizaciones campesinas, indicó Bianca Dager, viceministra del MAATE.
Para Rosa Rodríguez, directora de Heifer Ecuador, la primera exportación abre las puertas de una relación comercial en mejores condiciones para las comunidades, mientras se prepara el camino para la industrialización del guarango en el país. «Este es el mejor ejemplo de lo que llamamos Bioeconomía: el aprovechamiento de una especie forestal y la conservación; pues nesitamos sus frutos para hacer un buen negocio».
Está previsto que, luego del primer envío, las siguientes exportaciones sean continuas cada vez que se recolecten 30 toneladas. En la actualidad, los recolectores y productores se preparan para su segunda exportación.
En el trabajo conjunto, el aporte del MAATE fue generar las condiciones para la exportación asociativa, mientras que Heifer Ecuador realizó un proceso de fortalecimiento organizativo, entrega de herramientas y capital de trabajo, capacitación y acompañamiento para la recolección y acopio, mejorando la cadena de valor y el precio.
Antes, los recolectores tenían un pago tres veces menor al que consiguen hoy; una familia que recibía USD 4 por un saco de 20 a 22 kilos aproximadamente, hoy obtiene USD 12.
La vaina de guarango se recolecta en relictos de bosque seco andino, hábitat en el que está el hogar de Delfina Ilvay, socia y gerente de Compyta, una organización que nace en 2013 por el negocio del guarango y que, actualmente, maneja el centro de acopio en Chimborazo. Ella recuerda que en 2014 llegaron unos técnicos que ofrecieron plantas de guarango; esas plantas ya tienen flor y espera cosechar pronto.
Esa recolección le significaría ingresos adicionales a los USD 200 que consigue con sus cultivos de alfalfa, cebada, maíz, morocho, lenteja, habas, papas y chochos, que le sirven también para su autoconsumo.
De la vaina del guarango se sacan cerca de 16 productos, indica Luis Urquizo, uno de los socios fundadores de Compyta, «sirve para curtir el cuero, para tinturar; también para la inflamación de la garganta, de las muelas, para los golpes. Es la planta más linda del mundo porque no hace daño a otros cultivos, podemos cultivar cualquier otra cosa, la hoja de guarango sirve como abono».
La exportación devuelve la esperanza a las organizaciones recolectoras, quienes ven que es posible conservar y generar ingresos a partir de una especie nativa del bosque seco andino, pues restaurar ese ecosistema es uno de los objetivos para aumentar la producción y hacerle frente al cambio climático. (I)
