A gusto de unos y a disgusto de otros, Ecuador escogió al sucesor de Lenín Moreno.
Fue una campaña electoral, en la segunda vuelta, marcada por el salvajismo de la disputa; con la estrategia del «divide y vencerás».
Con apasionamientos desmedidos que no hicieron otra cosa más que hartar la tranquilidad de los ciudadanos, ya alterada, por el impacto de la pandemia y las urgencias económicas ante la falta de empleo y oportunidades.
Es momento ahora de desintoxicarnos y desinfoxicarnos. ¿A qué me refiero con esto?
Desintoxicarnos de la mala vibra, a dejar que las cosas fluyan y caminen para el bien de todos.
Guillermo Lasso Mendoza no la tiene fácil, pues no es un mago que solucionará todos nuestros problemas a partir del 24 de mayo. ¡Tengo muy claro eso!.
Desintoxiquémonos de creer que solo uno tiene la razón en cuanto a una visión de la política y de lo político y que el pasado inmediato ha sido, es y será lo que mejor ha tenido el Ecuador.
Desintoxiquémonos de tachar al otro de «borrego» porque cree y sigue a algo o a alguien o de calificar de «pelucón» a quien consiguió un bienestar material con trabajo, sin pisotear ni humillar a nadie y se da sus gustos materiales porque cree se lo merece.
Desintoxiquémonos de radicalismos y de pensar que todo tiene solución con piedras, palos, bochinche, relajo y desestabilización. Desintoxiquémonos de todo aquello que nos alejó de un familiar, de un amigo por defensa o ataque de un proyecto político.
Pero es fundamental también desinfoxicarnos, que es un término para referirse a esa sobrecarga de información que nos altera y no nos permite ver con claridad el panorama.
Desinfoxiquémonos un de tanto de lo que nos llega por Twitter, Facebook y demás redes sociales y de asumir de que todo lo que leemos es así o así debe ser.
Superada la vorágine de la campaña y las elecciones, el país y su gente necesitan darse un respiro. No es fácil -obviamente- por las complicaciones sociales y económicas a los cuales nos vemos avocados.
Que Guillermo Lasso Mendoza cumpla todo lo que ofreció. Que sectores sociales y ciudadanos estén vigilantes de ello porque el presidente electo deberá gobernar para todos y no solo para los de su círculo. (O)