Alex Ormaza
Periodista y ex becario Fulbright por EE.UU. con más de 28 años de experiencia. Fue editor de los semanarios Washington Hispanic y Washington’s Voz, además de la revista Diálogo-Américas. Es Master en Comunicación de Masas por Florida International University (FIU) y Diplomado en Marketing Gubernamental por la Universidad NacionalAutónoma de méxico (UNAM).
La noticia del préstamo de 3,500 millones de dólares aprobados para Ecuador desde EEUU, en los últimos días de Donald Trump en el poder, pintaba como una buena noticia tanto para los desfinanciados gobiernos saliente como entrante de nuestro país, hasta que empezaron a salir a la luz las depredadoras condiciones del mismo.
El crédito, aprobado a mediados de enero por parte de la Corporación Financiera para el Desarrollo de EEUU (DFC), está condicionado al ingreso de inversionistas privados en empresas públicas en sectores como petróleo, electricidad, transporte y telecomunicaciones.
Es decir, bajo ese acuerdo, Ecuador debe vender, no está claro si de forma parcial o total, empresas estatales de sectores estratégicos.
La venta de las empresas públicas no es la única condición de la operación financiera, la otra es que con el dinero se debe pagar deudas de Ecuador a China, y el retorno del dinero a la DFC provendrá de las ventas de las empreas públicas al sector privado, sin que quede liquidez suficiente para proyectos de desarrollo.
Mientras en Ecuador el publico no está al tanto de los términos del acuerdo, en EEUU algunos centros de investigación de finanzas públicas han empezado a cuestionar la operación bajo el argumento de que se utiliza dinero de los contribuyentes estadounidenses para pagarle a China por una deuda de otro país.
El acuerdo también exige al Ecuador cerrarle el mercado a la telefónica china Huawei y su intención de construir torres con tecnología 5G.
La operación financiera ha sido vista como una injerencia del gobierno del entonces presidente Donald Trump en las elecciones de Ecuador del 7 de febrero, con el objetivo de condicionar tanto al gobierno saliente como entrante, para cortar relaciones comerciales con China.
Pero hace 13 años la relación comercial entre Ecuador y China dio un giro de 180 grados que dificilmente se podrá revertir con un préstamo de 3,500 millones por parte de EEUU y menos con esas condiciones.
El 15 de diciembre de 2008, Ecuador incumplió parcialmente con el pago de la deuda externa, su calificación internacional cayó y su acceso a los mercados financieros se vio severamente disminuido. Recurrir al Fondo Monetario Internacional le hubiera significado aceptar medidas de austeridad que empeorarían su situación.
Ecuador acudió a China y gestionó miles de millones de dólares en créditos a través del Banco Chino de Desarrollo. El dinero fue invertido mayormente en obras de infraestructura. Para finales de 2012, y a pesar de no ser sujeto de crédito por parte de las instituciones financieras de Occidente, Ecuador tenía la tasa de inversion más alta de la región, lo que trajo consigo reducción de la pobreza, crecimiento económico, y que la agencia de calificación crediticia Moody’s elevara su calificación al mismo nivel previo a 2008, y lo devolviera al mercado de capitales internacionales. La inmoral operación financiera ya está en el radar del nuevo presidente estadounidense, Joe Biden, por lo que se espera cambios en los condicionamientos; y de parte nuestra se espera velar que estos no atenten en lo más mínimo contra nuestra soberanía.