Verónica Herrera
Ingeniera en Gestión Turística y Medio Ambiente. Máster en Intervención Social en las Sociedades del Conocimiento. Especialista en Turismo
Veo con mucha incredulidad que según expresan encuestas nacionales e internacionales, en Latinoamérica no se lee. El país con más número de libros leídos por persona al año es México con 6 a diferencia de Ecuador con 3 libros por persona al año.
Según encuestas del Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos (INEC) entre los lectores jóvenes el 33% lee por obligación académica y no como un hábito. Y si alguno de ustedes ha estado involucrado en el tema académico se habrán dado cuenta que los estudiantes tienen muy poca comprensión lectora y un bajo nivel capacidad de redacción.
Esta falta de comprensión lectora juega en contra cuando leemos noticias relacionadas con la actual coyuntura política y muchos no comprenden cuál es el trasfondo del tema y, por lo tanto, “un pueblo que no conoce su historia está condenada a repetirla”. La tecnología se abrió como una puerta para la democratización del conocimiento y la cultura, pero fue esta misma tecnología que hoy desvía a muchos de lo importante para enfocarse en lo intrascendente.
La lectura como un hábito, sea en físico y digital, nos abre la capacidad de viajar sin salir de casa además de formar en nosotros la capacidad de tener pensamiento crítico, mejora enormemente nuestra capacidad de expresarnos de manera oral y escrita.
Durante este confinamiento, al que hemos estado obligados a permanecer durante los últimos 10 meses, ha sido la oportunidad perfecta para iniciar nuestro camino a la lectura. No solamente como parte de una asignatura sino también como de ese crecimiento personal que nos formará como seres críticos de nuestro entorno. La lectura es el camino al conocimiento y el conocimiento es poder.
¡Que nuestro propósito para lo que resta del 2021 sea leer más!