miércoles, octubre 2, 2024
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Indignados los hijos del yugo

Pablo Salgado periodista y es escritor
Pablo Salgado periodista y escritor

El Himno nacional de pronto se vuelve tema de conversación y debate. Y se genera una gran cantidad de comentarios en las redes sociales. Y todo a partir de una pregunta, tramposa y mañosa, de un par de jocosos presentadores que necesitan ganar likes para su programa digital. Que el candidato no conozca la estrofa que no se canta, no es un problema de Estado, pues la misma respuesta se va a obtener de una candidata a Reina de Quito, o de un futbolista que acaba de ganar el campeonato nacional, o de un gerente de banco, o de un Ministro de Estado. O de un periodista, según lo constaté personalmente. Es más, yo tampoco sé esa estrofa. Y no solo eso, el himno dejé de cantarlo en el colegio. No lo canté ni cuando Ecuador clasificó a su primer mundial.

Tampoco conozco el texto de la canción Patria. Y ni siquiera me sé de memoria el himno de la Liga. El ser buen ciudadano, buen profesional, no pasa por conocer la letra de un himno. El ser buen padre, o buen hijo, no pasa por conocer la letra de una canción. Y tampoco el ser un buen servidor público pasa por saberse de memoria una estrofa que no se canta. Pasa mas bien, por su eficiencia, su honestidad, su sentido de servicio y su trabajo por el bién común. 

El sentido de Patria, de Nación, de pertenencia, de identidad nacional no pasa tampoco por conocer o no la estrofa de un himno. Esa concepción de patria, que hay que morir con la bandera tricolor en la boca es la que nos han inculcado desde niños, cuando las élites que nos han gobernado intentan convertir las viejas guerras fratricidas en paradigmas de amor patrio. Guerras, además, de las que siempre salíamos derrotados. Así, el cantar el himno en el minuto cívico era el mejor momento para convencernos que odiar a nuestros vecinos, sobre todo al Perú, era la única forma de amar a la Patria que nos vio nacer.  

Recordemos que cuando el Gran señor de la Nación pequeña, Benjamín Carrión, luego de la derrota de la guerra con el Perú, en 1941, y cuando los ecuatorianos estábamos abatidos y desanimados, apeló a la cultura para superar los estigmas de un país vencido y derrotado.  Carrión no apeló al himno nacional o a la bandera. No, apeló a la cultura: 

“Si no podemos ser una potencia militar, ni económica, podemos ser, en cambio, una potencia cultural, nutrida de nuestras más ricas tradiciones.”    Así mismo, el gran poeta ecuatoriano Humberto Vinueza, nos decía: “La Patria no es una, sino dos que están en lucha.”

Hay países que no necesitan que su Himno tenga una letra, como España, por ejemplo. O países que simplemente no lo cantan, sino que es un cantante profesional quien lo hace, como en Estados Unidos. Y tienen razón, más aún cuando como en nuestro caso el himno tiene unas notas tan altas que ni los cantantes profesionales podían hacerlo. Por ello, precisamente, el maestro Alvaro Manzano y la Orquesta Sinfónica Nacional alteraron su música, bajándole tres tonos, para que los pobres mortales ecuatorianos puedan cantarlo y no morir en el intento. 

Ahora recuerdo que, en 2009, cuando asistí a la Feria del libro de Caracas, y Ecuador era el país invitado de honor, en el acto inaugural los organizadores olvidaron el CD con el Himno de Ecuador.  Se solicitó que el cantante del grupo ecuatoriano que debía cerrar el acto lo cante, pero dicho cantante no sabía la letra. Entonces se preguntó a los escritores ecuatorianos presentes, todos de larga trayectoria, y ninguno lo sabía. No quedó mas remedio que bajarse la letra del internet, y así, con papel en mano, el cantante pudo entonar a capella el Himno nacional.

Para nadie es desconocido que los medios de comunicación han sufrido también un serio deterioro, su credibilidad se ha visto cuestionada, y los medios públicos se convirtieron en medios de propaganda oficial, de ahí que no nos sorprende que en la campaña electoral surgan programas que se empeñan en farandulizar la política, en banalizar y trivializar los temas que deben asumirse con responsabilidad.  Todo bajo la consigna de “entretener y divertir,” perversa realidad de ciertos medios de comunicación.

Lo importante no es saber si sabemos o no las estrofas del Himno nacional, lo importante es discutir sobre los temas que mas preocupan a los ecuatorianos: el creciente desempleo, la pobreza, la inseguridad.  Y también la cultura como eje transversal de transformacón social. Los niveles de pobreza son inaceptables, solo 3 de cada 10 ecuatorianos tienen empleo adecuado. Y la pobreza extrema llega ya al 14%. Es decir que 2 millones 570 mil ecuatorianos viven con menos de 43 dólares mensuales. Estas cifras son las que deben escandalizarnos.

El país no está para demagogia y ofrecimientos vamos. De ahí que, los dos candidatos finalistas deben pronunciarse sobre estos temas y presentar planes y propuestas de solución sustentadas y técnicas. Es lo que los ecuatorianos esperamos para esta segunda vuelta electoral. (O)

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