Por Alexis Ponce, defensor de derechos
La foto si mal no recuerdo es del año 1992. Mientras en la Plaza Grande de Quito, impulsábamos con la APDH y otras entidades civiles, una Campaña contra la mala práctica médica y los derechos humanos de la población con VIH-SIDA. A mi lado (estoy al micrófono, guambrito hablando algo), se halla el cantautor Jaime Guevara, con quien nunca más volvimos a vernos ni hablar desde un desagradable incidente durante el gobierno de Rafael Correa, incidente en el que tanto Jaime, sus seguidores y militancias, como el ex- presidente y el aparato de propaganda (la Secom), me crucificaron públicamente, sacando de contexto el texto de mi carta de reclamo a Rafael por las expresiones que tuviera sobre Jaime, a raíz de un incidente callejero en que el pocas pulgas y osado Guevara provocó al pocas pulgas y osado ex- mandatario.Qué tristeza no haber podido lograr nunca más un tiempo para dialogar y encontrarme con ambos. En el caso del «Chamo», espero que todo le vaya bien a Jaime en su vida. Esas rupturas que son para siempre, las he conocido en estos últimos 7 años y en pandemia. Y ni la muerte logra restañar heridas.
Se han ido muertos amados, sin dirigirme la palabra en vida, debido a estas razones de país, dividido en motivos ideológicos a extremos de no hablarse más.La chica de atrás que ladea su mirada se llama Yolanda Gaón, fue la co-organizadora del evento, ella fue dirigente de una de las primeras fundaciones del tema VIH SIDA en el Ecuador. Era muy hermosa y trabajadora. Se que sigue luchando hasta hoy. Con ella estuve en varios actos y eventos y luchas. Y me conoció a raíz de que se enteró de mi lucha en el primer caso que tuve en el tema: un despido laboral a un humilde trabajador con VIH en una empresa privada muy conocida y poderosa que violó el secreto médico para despedirlo. Él venía a mi oficina con su anciana madre fallecida poco después… lo vi llorar al obrero y me juré luchar por el tema. En una época tan, o más prejuiciosa, que hoy, en este país de las edades medias reiteradas. Aunque perdiéramos el caso, lo defenderé, le dije. Y en efecto lo perdimos ante la cadena más poderosa de alimentos del Ecuador. Recuerdo que acudí ante mi hermano de luchas y militancia en el MIR, el Dr. Patricio Ycaza (+), para intentar demandar al Estado, los médicos y la empresa. Pero el tiempo judicial había pasado y ni Patricio ni yo podíamos hacer más ante semejante muro. El trabajador falleció y me sentí muy mal, como con deuda de no haber vencido a una mega empresa capitalista discriminadora y a un Estado hecho para nunca hacernos justicia a los pacientes y sus cuidadores. En esa época también impulsé reuniones colectivas en mi antigüa oficina para que los pacientes y familiares de pacientes víctimas de negligencias médicas se organizaran en un comité nacional. Así lo hicimos. Y publicamos el primero y único afiche de tal comité que luego desapareció y cuyas sobrevivientes siguen en pie gracias a la Vida. Entre ellas la madre ejemplar Carmita Carmen Susana Cornejo Alarcon. Recuerdos multiplicados en una sola foto. Faltaban cinco años para que yo fuera papá por vez primera.