jueves, diciembre 5, 2024
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Ivermectina, ¿mito o realidad?

María Elena Vaca

No la defiendo, tampoco la ataco. Pero, resulta que cada vez que escucho su nombre, me recuerda a él. Nada más.

En agosto de 2018, Carlos fue diagnosticado con cáncer al pulmón, era bioquímico farmacéutico de profesión, ayudante de cátedra y profesor universitario en su época. A raíz  de su enfermedad perdió la fe en la medicina convencional, e igual como lo hizo en su época universitaria, empezó a estudiar, o quizá a arriesgar, confiar. ¿Qué era la ivermectina? La definía perfectamente: un antiparasitario para vacas que ataca a parásitos como la nematodiasis, garrapatas y sarna, que, según Carlos, lo habían usado como ensayos clínicos para tratamientos para el cáncer. Nada comprobado, todo experimental, pero quería ser parte de ese tratamiento, experimento al que obviamente toda su familia se opuso desde el primer momento.

Nadie le creyó, nadie le motivó a hacerlo, más bien siempre se opusieron y pensaron que era una locura, hasta que su hijo mayor, también bioquímico, quien tampoco cree en su efectividad, pidió a la familia que lo dejaran, era su voluntad y como tal había que respetarla. Al  final era una dosis mínima que no le traería complicaciones médicas mayores.  

En aquella época no existían las pastillas para uso de humanos, sino solamente las inyecciones con productos veterinarios. En sus indagaciones, Carlos conoció a “Galito” un médico veterinario, que se convirtió en su aliado y su mejor amigo. 

“Galito”, que tenía filas y filas de clientes, era más conocido en las salas de oncología que cualquier otro médico convencional. Todos sus pacientes tenían  una historia que contar, algunos incluso hablaban de  milagros, y eso fortaleció la supuesta hipótesis de Carlos. 

La primera vez que usó “ivermectina, le acompañó su hija, quien confesó que rezó un rosario completo en menos de un minuto que duró la inyección. Le hicieron un pinchazo en el antebrazo, tratamiento que se aplicaba cada 15 días. Los médicos convencionales siempre le reprocharon. “No me diga Carlitos, todo un profesional creyendo en eso”, le decían, sobre  todo cuando estuvo hospitalizado por un sinnúmero de protuberancias en el antebrazo producto de los dos años, cada 15 días, de aplicarse la ivermectina. Pero siguió, no paró. 

Claro está que las dosis de ivermectina del tratamiento experimental venían con sesiones de quimioterapia, de la medicina convencional. Muchas veces pensó primero dejar las quimioterapias antes que la ivermectina. Dejar a “Galito” era todo un sacrilegio. 

Curiosamente, las radiografías y exámenes mostraban un cáncer encapsulado en el pulmón. Los médicos convencionales hablaban de “avances” por las “quimios”. Galito y Carlos decían que eran “resultados” de la ivermectina. Carlos creía que al colocarse aquel medicamento se sentía mejor. El placebo, de pronto, para él funcionaba. 

En marzo de 2020, dos años después, empezó la crisis sanitaria. Carlos, como muchos se confinaron en su casa. Su familia pensó que tenerlo en el hogar sería lo mejor. No se hizo “quimios” ni recibió  ivermectina, porque las dosis se agotaron. También supo que la ivermectina, en pastillas, y bajo control de especialistas, se estudiaba a pacientes con Covid-19. 

Un estudio australiano observó una eficacia en vitro para el SARS-CoV-2, pero es también cierto que los tratamientos in vitro no pueden trasladarse al ser humano. Por ello, la eficacia de la ivermectina no está demostrada científicamente. En Bangladesh, en ensayos se usa con doxiciclina, un medicamento que ayuda a pacientes con neumonía. 

Lo cierto es que hasta ahora, la Organización Mundial de la Salud concluye que los estudios para Covid-19 “son muy dispares, tienen muchas limitaciones y, por lo tanto, no se puede establecer una conclusión definitiva”. Para el cáncer, en cambio, no hay tampoco estudios avalados científicamente, sino análisis de laboratorio en Chile, España, EE.UU. 

En la página  del Banco de Ideas de nuestro país (www.bancodeideas.gob.ec) hay un proyecto en estado de investigación  de la composición química de la ivermectina, a cargo de Yuliana del Cisne Jiménez, que dice: “establecer si la ivermectina posee propiedades anticancerígenas mediante pruebas en vitro ”. 

El cáncer de Carlos avanzó, y el 20 de mayo de 2020, falleció. Un día antes de morir, pidió que su familia hable con “Galito”, para que le ayuden a conseguir la ivermectina. No era fácil, no la venden en cualquier lado, solo la usan los veterinarios en el caso de las inyecciones. La noche de su fallecimiento, su hija consiguió una dosis pero no le alcanzó a suministrar. 

Carlos, mi padre, murió con la idea de que la ivermectina era un tratamiento que debía investigarse. Yo nunca creí en ella, tampoco creo que la usaría en mi cuerpo, pero  solo pienso: ¿por qué no alcancé a ponerle la última dosis como él quería?.

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