De eso no quedan dudas; el presidente constitucional de la República, Guillermo Lasso, actúa como si estuviera en plena campaña electoral por la Presidencia y pareciera que no se percata que desde hace un año es el inquilino del Palacio de Carondelet.
Cada paso que da es a todas luces un intento por subir los niveles de aceptación de su gestión entre el electorado, que cada día le cree menos y ve lejos ese país “del encuentro” del que habló alguna vez.
Los pocos pasos que ha dado el presidente no son espontáneos, sino bajo la presión de la movilización popular.
No vamos a contar aquí la vacunación contra la Covid-19. Lo hizo; sí, cumplió con la vacunación de 9 millones de ecuatorianos en 100 días, pero era su deber, como lo hicieron otros tantos Gobiernos en el mundo.
El más reciente de los anuncios populistas del mandatario fue la eliminación de la prueba de la Senescyt para ingresar a la universidad, como si eso significara el aumento de cupos en esa enseñanza y garantizara el demagógico “libre acceso” a las universidades, obviando que el incremento del presupuesto para crear más cupos y poder pagar a más profesores es lo que abriría las oportunidades.
Lo peor es que la Conaie, siendo la más importante fuerza por su nivel de organización y convocatoria, no ha comprendido su papel histórico. Presiona, se moviliza, se enfrenta, pero no sabe negociar acuerdos y hasta muestra sus divergencias en público; ahora, celebra el asunto de la la eliminación de la prueba de la Senescyt como “triunfo” de los diálogos.
Ahora estamos más cerca de regresar al pasado; al menos con el examen de ingreso cualquier estudiante podía alcanzar un cupo en la universidad, entre ellos muchos talentosos representantes de pueblos y nacionalidades, o ciudadanos de bajos recursos, sin que importara su estatus socioeconómico.
Pero hay más ejemplos (de que el presidente está en campaña):
-¿Sí comprenden por qué el Gobierno decretó finalmente la emergencia en el sistema de Salud Pública? : porque era uno de los 10 puntos del pliego petitorio de la Conaie.
-¿Sí recuerdan por qué el Gobierno aceptó bajar en unos pocos centavos el precio de los combustibles?: porque era una de las exigencias de la Conaie.
-¿Sí entienden por qué Lasso aceptó “dialogar” con la Conaie, que había hecho varios intentos por ser recibida por él?: porque se fueron a las calles y estuvieron dispuestos incluso a morir.
-¿Sí tienen noción del porqué Lasso cambió algunos ministros?: porque tenía que “lavarle la cara” a su Gobierno y que la gente viera que él hace el esfuerzo por cambiar su “rumbo”.
-¿Sí perciben por qué tuvo que firmar un “Acta de Paz” para que la Conaie depusiera el paro?: porque aceptó que el país estaba en una “guerra” y sus horas estaban contadas en el Gobierno si no se sentaban a negociar.
Y en eso tiene razón el Gobierno: el país está en “guerra”, porque en una sociedad donde sus habitantes viven con la zozobra de morir por un celular, donde hay quien tiene que robar para poder vivir y donde no hay empleo, donde la gente siente amenazada su seguridad e integridad física, salir cada día a la calle a “luchar” por la sobrevivencia, conlleva el mismo riesgo que ir a una “guerra”, sin saber si se va a regresar vivo a casa.
A estas alturas, hay que reconocer que los anuncios de Lasso buscan oxigenar su gobierno y ayuda a los militares en la tarea de garantizar su estabilidad y gobernabilidad. Ellos son los que lo sostienen y con ellos celebró incluso el Día del Padre en medio del paro, con una chaqueta de camuflaje.
Pero bien hace el presidente en hacer campaña, porque en un país con la desaprobación a su gestión de más del 80 % de los consultados, y con 80 de 137 asambleístas a favor de su destitución, no las tendrá fácil para terminar su mandato.