jueves, noviembre 21, 2024
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Un gobierno que se desgrana

Un gobierno que se desgrana a tan solo tres meses de que termine, ratifica lo que ya a estas alturas es más que evidente para la mayoría de los ecuatorianos: la falta de compromiso con el país y la sociedad.

La salida en bandada de altos funcionarios del régimen, a los que solo les motiva el ponerse a buen recaudo, antes que el cumplimiento de la responsabilidad que adquirieron al aceptar sus cargos, y hacer frente a sus errores y desaciertos, son el fiel reflejo de la era morenista.

Juan Sebastián Roldán, considerado el hombre fuerte del régimen y morenista hasta el tuétano, fue el primero en desmarcarse del gobierno, en medio de una crítica situación política, social y económica. Desde la Secretaría de Gabinete, Roldán se propuso defender lo indefendible: “la gestión” de su mentor, y para ello utilizó la estrategia del roce permanente con varios sectores, sobre todo identificados con el correísmo; la descalificación y crítica furiosa a los errores que, paradójicamente en el actual gobierno se repitieron, incluso con mayor fuerza, eran el eje de su discurso. Roldán es el claro exponente de aquellas personas que, al recibir un gramo de poder, las ínfulas, el orgullo y la arrogancia se le subieron a la cabeza, pintándolo de cuerpo entero.

Luego, el Dr. Juan Carlos Zevallos, ex ministro de Salud, se fue sin ofrecer respuestas a la sociedad sobre el cuestionado plan de vacunación que se ejecuta en Ecuador, se fue luego de vacunar a su mamá, sus familiares y él mismo; después de ofrecer vacunas a varias personas que no debían aún vacunarse; sin responder sobre la negociación para adquirir las dosis y dejando a un pueblo indignado por la nefasta administración de este sector. Zevallos se fue a Miami, sin dar explicaciones a una sociedad cansada del abuso y el cinismo, se fue a vista y paciencia de las autoridades de control que poco o nada hicieron por evitar su salida, se fue en medio del desconocimiento del propio presidente, quien públicamente en una entrevista dijo que no sabía nada sobre la salida de su exministro de salud, se fue dejando un Ecuador con los más bajos índices de vacunación en la región y el mundo, pero, eso sí, con la tranquilidad de que a sus familiares y amigos, una vez vacunados, ya no hay nadie quien les quite ese beneficio indebidamente otorgado.

La crisis de las cárceles dejó otra baja para el gobierno de Lenin Moreno, que tampoco pudo asumir con entereza la situación caótica del sistema de rehabilitación. La salida de Patricio Pazmiño del Ministerio de Gobierno, en nada favoreció a generar calma o apaciguar los ánimos, fue otro funcionario que pasó por el gobierno sin pena ni gloria.

Y a ellos se suma la reciente salida de Luis Gallegos del Ministerio de Relaciones Exteriores, funcionario que, al parecer por discrepancias internas y la pretensión de un manejo inadecuado de la representación de nuestro país en el exterior por disposiciones presidenciales, abandonó la función pública, así como lo hizo meses antes el excanciller José Valencia. La salida de Gallegos, además, se da en medio de un impase diplomático entre Ecuador y Argentina por las declaraciones del presidente Alberto Fernández sobre Lenin Moreno.

Las voces feroces, defensoras del actual gobierno, han preferido mantenerse en perfil bajo, con su cabeza como las avestruces, escondidas bajo tierra, no tienen ya ni la fuerza moral ni valentía que tenían meses atrás para defender las decisiones gubernamentales, por más equivocadas que estas fueron. Asistimos a los últimos días de un régimen cuestionado por sus errores, sus acciones impulsadas desde el odio y revanchismo, su falta de trabajo por la ciudadanía y con acciones que lo que han hecho es precarizar la vida de millones de ecuatorianos.

La salida progresiva de estos, y posiblemente otros funcionarios en los siguientes días, me lleva a pensar cuán importante fue para ellos el servicio público. ¿Realmente entendieron el alcance de lo que significó trabajar por el país? O solo fue asumido como el espacio para obtener poder, derrochar prepotencia, arrogancia y asumir acciones que busquen beneficiar solo a sus cercanos, a sus amigos, olvidando el interés común.

Hay que recuperar el significado real del servicio público, simplemente se perdió en este último gobierno, y esperemos que, en el próximo mandato, por el bien de Ecuador, aquel concepto pueda ser asumido con seriedad por las próximas autoridades. (O)

2 COMENTARIOS

  1. Sesudo análisis, Fabri, solamente resta pedir al Todopoderoso, que las consecuencias de estas actitudes, no sean tan nefastas para el país.
    Sería necesario pedir al próximo gobierno, que restablezca en las escuelas, el estudio de materias tales como: Cívica, Educación Social, Ética y Lógica, Urbanidad, a ver si el país, mi pobre país despierta y se eduque suficientemente, como para poner en práctica valores como: educación, solidaridad, pátriotismo….. etc, etc. solamente así comprenderemos que la «unión hace la fuerza» y «Donde hay amigos, NO MUEREN AMIGOS»….Abrazos….

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