No hay nada más cierto que eso de que “el futuro está en nuestras manos”, realmente es así, y mucho más cuando cada uno de nosotros, los electores, debemos ir a las urnas y decidir a quién entregar nuestro voto para que asuma el cargo más importante en nuestro país, la presidencia de la república.
Aún muchos ven con desgano y desdén a esta obligación cívica, muestra de ello es el porcentaje de ausentismo en Ecuador que, si bien se ha reducido de manera progresiva en los últimos años, se sigue manteniendo en niveles altos. Según datos del CNE la cifra de ausentes pasó de 35% en el año 2002 a 17% en 2018, la tendencia es a la baja y eso es bueno, ¿por qué?, simplemente porque eso evidencia que cada vez más personas ven en el sufragio, la oportunidad para participar efectivamente dentro de un proceso democrático, el momento para “hacer sentir su voz”.
Sin duda todas las elecciones son importantes, pero es necesario entender que estas son trascendentales, porque debemos elegir a quién tendrá la difícil tarea de rescatar a Ecuador del fango en el que ha caído, de la ineficiencia, la corrupción, la impunidad, el revanchismo político y la crisis económica e institucional en las que se ha visto envuelto no solo en esto últimos años, sino desde que el país es república como tal.
Por eso es necesario asumir este proceso como un deber y una obligación cívica, con responsabilidad y seriedad, y ello implica elegir a los mejores de entre los candidatos que ahora buscan llegar a la presidencia o a la Asamblea Nacional, sí, a los mejores, y no “al menos malo”, como equivocadamente algunos creen que debemos hacerlo. ¿Es esto posible?, por supuesto, para ello es necesario conocer mejor a los postulantes, buscar información sobre su propuesta, escuchar sus discursos, ver cómo se expresan y oír lo que dicen, a partir de ello construir una percepción y una imagen y saber quién es el mejor preparado.
Aunque parezca insólito y muchos no lo quieran aceptar; posiblemente por desinterés, o por falta de conocimiento; entre los candidatos a la presidencia a Ecuador hay postulantes con ideas y conceptos interesantes, innovadores y realistas, que podrían significar un paso importante en la transformación de nuestro país, ¿qué hace falta?, solamente escucharlos bien, entender lo que dicen y comprender que no son “los menos malos”, sus propuestas reflejan que hay un nivel de conciencia y entendimiento de lo que estamos enfrentando como sociedad y que podrían ser un primer paso para el cambio de Ecuador. La sensatez debe estar, sin miedo ni vergüenza, por sobre lo popular y el populismo.
Por ello, no creo que sea justo para ninguno de nosotros como electores, ir con una actitud perdedora a las urnas, pensar que tenemos que elegir al “menos malo”, “entre el cáncer y el sida”, como cierto candidato lo ha dicho, no ecuatorianas y ecuatorianos, eso no puede ser así, si seguimos pensando que los comicios que se vienen son el espacio para seguir condenados a perder y a caer de tumbo en tumbo, este país no saldrá adelante, solo nosotros seremos capaces de superar esta crisis, con el acompañamiento de la clase política y los otro actores sociales
¿Merecemos seguir pensando así, con ideas de pérdida por sobre todo? Para nada, estas elecciones deben ser la oportunidad para que cada uno de nosotros decidamos con compromiso y responsabilidad por la mejor opción, para propiciar un cambio en aquellas personas que siguen viendo a estos comicios como un proceso más, para transformar a las mentes derrotadas en ciudadanos comprometidos con el cambio, y todos involucrarnos en la recuperación de nuestro amado Ecuador. (O)