Años atrás era común ver a niños jugar a los “policías y ladrones”, en algunos casos, usaban pistolas de juguetes y, en otros, con sus manos apuntando con su dedo índice y simulando un gatillo con el pulgar participaban en estos juegos. ¡Arriba las manos! era una expresión muy recurrente, ello mientras los pequeños se apuntaban y hacían sonidos para aparentar disparos.
Había padres que no permitían a sus hijos ese tipo de juegos por el mensaje de violencia implícito que había, otros, simplemente eran indiferentes.
Lo cierto es que el solo hecho de imaginar el uso de armas o su manipulación ha sido motivo de preocupación y recelo para muchas personas, y con justa razón, un arma mal empleada, sea cual fuere, podría poner en riesgo la integridad de una persona y lo que es peor, terminar con una vida.
Hoy, suena preocupante, y hasta cierto punto irresponsable, que ciertos actores políticos, en medio de un ambiente preelectoral que de a poco se va encendiendo, planteen entre sus propuestas el porte de armas como alternativa para enfrentar la inseguridad en nuestro país.
¿Cómo surge esta propuesta para algunos descabellada, para otros necesaria? De los innumerables casos de asaltos, robos, secuestros y violencia que se han registrado en varias ciudades de nuestro país. Inquieta el nivel de inseguridad que se reporta a diario y que ya no solo responde a una percepción de la ciudadanía, ni a la viralización de videos que captan los ilícitos, sino a cifras y datos que evidencian que la inseguridad es un tema que preocupa a las mayorías, al igual que la corrupción, la crisis económica o la falta de empleo.
¿Podría ser el libre porte y uso de armas la solución a la inseguridad? Es un tema complejo, que seguramente debe ser analizando con franqueza y honestidad en Ecuador, sin embargo, existen datos de distintas organizaciones que evidencian que el uso armas no genera seguridad, todo lo contrario, ha disparado varios indicadores que van en contra de un clima de mayor tranquilidad y paz social.
Amnistía Internacional nos recuerda que cada día mueren más de 500 personas a causa de la violencia con armas de fuego, el 44% de todos los homicidios cometidos en el mundo conllevan violencia armada, además, se registraron 1.400.000 muertes relacionadas con armas de fuego entre 2012 y 2016. Otras cifras muestran que 2.000 personas sufren heridas de bala a diario y en todo el mundo hay aproximadamente 2 millones de personas con heridas causadas por armas de fuego.
El libre porte de armas no ha significado la reducción de los niveles de inseguridad, de hecho, en países como Brasil el 72% de homicidios se han cometido con armas de fuego y en EE.UU. solo entre 2009 y 2016 se registraron 156 tiroteos masivos, que dejaron 848 fallecidos y 339 heridos.
Lo que se quiere, en el caso de Ecuador, es combatir la inseguridad, reducir los índices de criminalidad y generar un ambiente de mayor tranquilidad y sana convivencia. El cómo hacerlo debe ser explicado con claridad por quienes pretenden llegar al sillón presidencial, pero también es obligación de las actuales autoridades, el impulsar acciones que propicien un ambiente de paz, de respeto a la vida, a los derechos humanos y generar confianza en la gente que día a día es víctima de la delincuencia.
La idea del porte y uso de armas no es cualquier propuesta, debe ser tratada con mucha responsabilidad, sin ligerezas y teniendo en cuenta que el usar una pistola, no debe ser entendido como un juego de niños y menos como un simple “arriba las manos”. (O)