La crisis carcelaria mostró que, en Ecuador, las cosas aún pueden estar peor. Lamentablemente, los amotinamientos con desmanes y escenas de violencia y crueldad extrema, protagonizados por los internos y que se viralizaron a través de redes sociales, son un reflejo de lo descompuesta que está nuestra sociedad.
La histórica masacre en los “centros de rehabilitación” solo ratificó la destrucción de la institucionalidad, descuidada, dejada en el olvido, sin recursos, sin personal, con poca atención y contaminada profundamente por la corrupción.
Sí, los problemas y escándalos que vive Ecuador son innumerables. Sin que podamos asimilar aun lo que parecía una película de terror, en la misma semana, se produjo la renuncia del ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, que, si bien era una demanda de amplios sectores sociales y de la propia población, debía ser el primer paso para la investigación y sanción a una gestión cuestionada por la ineficacia y falta de transparencia en el proceso de vacunación.
Zevallos se fue, salió de Ecuador y ya se encuentra en EE.UU., luego de haber avalado, en nuestras narices y con total desparpajo, que personas a las que no les correspondía vacunarse contra el covid-19 en la primera fase, hayan sido privilegiadas recibiendo las dosis contra el virus mortal, y poniendo en riesgo la vida de quienes realmente necesitaban esas vacunas para continuar con su tarea de salvar la de miles de ecuatorianos.
Las autoridades de control mantienen un silencio sepulcral frente al “escape” de Zevallos. La Contraloría y la Fiscalía, que para otros casos (de tinte político) se han activado inmediatamente y han emprendido auditorías, informes o tomado acciones cautelares, allanamientos, detenciones provisionales y una serie de medidas; hoy, con un tema tan delicado como la vacunación y sus actores involucrados, simplemente, no dicen ni hacen nada.
Estas autoridades no se han compadecido con las necesidades reales de los ecuatorianos, nos han relegado, nos han dejado de lado y no les ha importado que jueguen con el interés público y que no se garanticen nuestros derechos, especialmente a la salud y la vida.
Los escándalos se han apoderado de este país y son naturalizados. No permitamos que eso suceda, en las próximas elecciones asumamos el reto de elegir mejor, evitar que la ineficiencia, desinterés y los revanchismos políticos persistan, en nosotros está evitar que Ecuador siga a la deriva.
Concuerdo con tu opinión, pero si el comienzo de la corrupción está en el CNE, es tarde para pensar que esto va acabar de la noche a la mañana. Saludos