El consumo del mijo, en Ecuador, no es masivo ¿Las razones? Existe preferencia cultural por otros productos como el arroz, maíz y trigo. Además, la falta de promoción y desconocimiento sobre sus beneficios nutricionales han contribuido a su baja popularidad.
La diversidad de opciones alimenticias regionales también influye en la limitada demanda del mijo en la dieta ecuatoriana. La ONU catalogó a 2023 como el “Año del Mijo”, precisamente para impulsar su consumo.
El Mercado de Transferencia de Productos Agrícolas de Pimampiro, ubicado a 60 kilómetros de Ibarra (provincia de Imbabura), es el punto de llegada de Martha Guamán (42 años), ama de casa y madre de tres hijos. En este espacio compra los productos para preparar los deliciosos platillos para su familia.
En un área de 4.900 metros se levantó el local de distribución al por mayor en donde la jefa de hogar encuentra frutas de temporada a módicos precios. También legumbres y, sobre todo granos. «A mis hijos les encantan las menestras. Yo les sirvo en reemplazo del arroz y acompaño con carne para que no se engorden», confiesa.
Martha está convencida de preservar los sabores ancestrales que han sido parte de su familia durante generaciones. Aprendió a preparar sopas y pistos cuando le ayudaba a su abuelita Gloria, quien cocinaba en horno de barro con leña, en una casita en Ambuquí, a 40 kilómetros de la Ibarra.
Doña Martha cuenta que en su mesa también se sirve platillos en donde incluye cereales. A ella le gusta añadirlos en ensaladas y en sopas, especialmente si le agrega aguacate y presas de pollo. «A mis hijos les encanta», reitera.
Su abuela, recuerda, les servía esa comida combinándola con un cereal llamado mijo. Lo añadía en verduras salteadas, pan y hasta postres como mermelada. Pero las costumbres cambiaron. Durante generaciones, el producto se ha mantenido fuera de la cocina de Martha. El paladar de sus pequeños, dice, nunca han probado el mijo. «En los mercados no lo encuentro. Yo lo he reemplazado con quinua, que la venden en todas partes y se parece un poco a esa semilla», se lamenta.
Los cereales son desapercibidos en Ecuador
Los 59.810 kilómetros del territorio de la Región Interandina se caracterizan por su diversidad geográfica y climática, lo que constituye una de las regiones más agro biodiversas a escala mundial. En este espacio se han producido grandes cantidades de legumbres, tubérculos, cereales y granos que han sido el sustento nutricional y el eje cultural de civilizaciones andinas. Ecuador no es la excepción.
El estudio denominado «Granos andinos: alimento de astronautas que pasa desapercibido en la dieta de los ecuatorianos», a cargo de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), señala que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), desde inicios del siglo XX se ha perdido el 75 % de la diversidad agrícola planetaria, realidad de la que no escapa la región andina.
Según la FAO, los cultivos tradicionales son reemplazados por monocultivos y semillas “mejoradas”. De ahí que, en 2021, la Asamblea General de la ONU declaró a 2023 como el Año Internacional del Mijo.
El contexto no podía ser más apropiado. Este año, el planeta es sacudido por los golpes de la pandemia y, desde hace año y medio, por la invasión rusa contra Ucrania.
Ambas naciones se encuentran entre los principales exportadores mundiales de trigo y maíz y el enfrentamiento ha hecho que las cadenas de suministros tradicionales se debiliten, los precios suban y el hambre castigue a un mayor número de personas.
El objetivo de la ONU con esta iniciativa es ambicioso: impulsar el consumo del mijo, no solo en hogares de Nueva Delhi y Dakar, sino en los demás países de América del Sur, donde predominan suelos ricos en producción agrícola, entre ellos, Ecuador.
Alimentación, clave para alcanzar el Desarrollo Sostenible
En el lanzamiento del Año Internacional del Mijo, el director general de la FAO, Qu Dongyu, advirtió que este cereal puede ser una poderosa herramienta para cambiar la vida de miles de personas y un número importante de pequeños agricultores. “Luchar contra la inseguridad alimentaria y el cambio climático, promover la biodiversidad y transformar los sistemas agroalimentarios”.
Impulsar su cultivo y su consumo es también contribuir al progreso de la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en particular al Objetivo de Desarrollo número 2, que promueve la erradicación del hambre.
También se encuentra el 3, sobre salud y bienestar; el 8, dedicado al empleo y el crecimiento económico; el 12, que busca un consumo y una producción responsables; el 13, que habla de la lucha contra el cambio climático; y el 15, que preserva la vida en el planeta.
El Ecuador ratificó su compromiso con los ODS y declaró la Agenda 2030 como política pública del Gobierno Nacional.
Incorporar al mijo dentro del menú de los ecuatorianos sería una excelente alternativa, especialmente en las zonas rurales que carecen de condiciones de vida saludables, opinó Sandra Estrella, médica nutrióloga.
La experta menciona las cifras de la Revista Sanitaria de Investigación que difundió un estudio denominado «Desnutrición infantil en niños menores de 5 años en Ecuador durante el periodo 2017-2021». En dicho trabajo se menciona que la desnutrición en estado crónico los encabezan la provincia de Chimborazo (48,8%), seguida de Bolívar (40,8%), Tungurahua (35,2%) y Cañar con un 35,1%.
“Potenciar el consumo del mijo sería una solución ideal para que los países aumenten su autosuficiencia y disminuyan la dependencia de la importación de cereales”, reitera la experta.
El mijo y sus propiedades «super poderosas»
Ruth Martínez, coordinadora del grupo de investigación de Innovación, Desarrollo y Calidad de Alimentos Saludables de la (UTPL), forma parte de un amplio estudio centrado en la caracterización nutricional y el análisis de componentes bioactivos de 15 alimentos tradicionales de las diferentes regiones del país, entre los que se encuentran los granos andinos.
El mijo, por ser un «producto extranjero» de la región no lo incluye en el trabajo. Sin embargo, no deja de hablar de las propiedades de este producto.
La semilla (Panicum miliaceum) es un cereal que procede de una planta herbácea de la familia de las poáceas.
Entre las múltiples variedades de estas plantas, las más conocidas son el mijo perla, el coracán, el cola de zorro, el prosa, el africano, el japonés, etc.
Una de las fortalezas del producto es que tras ser cultivado resiste a las sequías, lo que propicia su producción incluso en las zonas áridas y semiáridas tropicales de África y Asia, sirviendo de alimentos para personas con bajos recursos.
La nutrióloga Estrella habla de otras ventajas. El producto contiene más hierro y magnesio que otros cereales y es rico en vitaminas del grupo B, B1, B2 y B9. Pero lo mejor es que no contiene gluten. Además, aporta mayor cantidad de fibra, lo que facilita nuestra actividad intestinal y repercute positivamente en los niveles de glucemia y triglicéridos en sangre.
A través de información entregada a PERIODISMO PÚBLICO, el Ministerio de Salud Pública detalló más beneficios del cereal. Entre ellos, su bajo índice glucémico, lo que puede ayudar a prevenir o controlar la diabetes.
Personal de Nutrición de la Secretaría de Salud destaca que el mijo perla, en particular, es muy rico en hierro, la carencia del cual constituye una de las carencias de micronutrientes más comunes en todo el mundo, y contiene el doble de proteínas que la leche.
El mijo africano, en cambio, tiene tres veces más calcio que la leche. El contenido de fibra dietética equivale a tres veces el del trigo y el maíz y 10 veces el del arroz.
El cereal que no se conoce en el país
Si el mijo es un producto con propiedades nutritivas y poderosas ¿por qué no tiene masiva producción en Ecuador?
El Ministerio de Salud reconoce que «en el Ecuador no hay producción suficiente del producto, así como el conocimiento sobre el cereal y sus propiedades nutricionales».
Tanto Martínez como Estrella coinciden en que el cereal enfrenta varios desafíos que han contribuido a su reducida popularidad.
Entre ellos se encuentran, la falta de conocimiento. Muchos ecuatorianos no están familiarizados con el mijo ni conocen sus beneficios nutricionales. Esto se debe en parte a la falta de promoción y educación sobre este grano en comparación con otros alimentos más comunes.
Otro factor es la preferencia por otros productos como el arroz, el maíz y el trigo. A eso se suma la disponibilidad limitada, lo que impide que se lo incluya en sus comidas.
Además, en la cultura ecuatoriana, no existen platos tradicionales que incorporen el mijo de manera destacada. Por último, la influencia de alimentos procesados y la globalización de la dieta, han influenciado por alimentos más occidentales y procesados, lo que ha contribuido a la disminución del consumo de alimentos saludables como el mijo.
Ecuador carece de investigaciones sobre el «súper cereal»
Blanca Chachapoya, autora del trabajo académico «Estudio Investigativo del mijo, avena y su aplicación en la gastronomía» revela que el mijo crece en suelos muy salnos donde se desarrolla con facilidad productos como el trigo y el maíz.
Según la investigación, en la región costa los terrenos que están cerca del mar producen sequedad del suelo transformándolos en salinos por la corriente marina y son ideales para el cultivo del mijo. El producto crece en las provincias de Santa Elena, Guayas y el Oro. Mientras que, en la Sierra, se produce en Chimborazo, Imbabura, Cotopaxi, Tungurahua, Pichincha, Carchi, Bolívar, Cañar, Azuay, Loja.
Si bien el producto tiene potencial, en Ecuador no hay proyectos para incrementar su producción, mucho menos su consumo.
Un ejemplo de ello, sería el caso de la Universidad de Ambato (Tungurahua). El pasado 11 de julio, la Carrera de Nutrición y Dietética de la Facultad de Ciencias de la Salud, realizó un conversatorio y casa abierta en conmemoración al Año Internacional del mijo.
En este espacio también se habló de los cereales andinos. Allí, los estudiantes elaboraron hamburguesas, galletas, ‘muffins’, bebidas, salsas y productos a base de maíz, amaranto, quinua, cebada, trigo, chocho y por supuesto, mijo.
Sin embargo, no hubo la respuesta que se esperaba, a decir de Kattyta Hidalgo, catedrática en Nutrición. La especialista reconoció que las autoridades advirtieron que «se debió realizar una muestra más amplia sobre la quinua, antes que el mijo», aseguró.
El problema es que en el país ya es complicado inculcar el consumo de productos emblemáticos como la quinua, con más razón sería con el cereal mijo.
“Ni siquiera consumimos un gramo de quinoa al día”, alerta Martínez. No obstante, asegura que fuera de nuestro país “es muy valorada”.
De los países importadores de quinoa, Canadá es el mayor consumidor con alrededor de 200 gramos per cápita al año, cerca de los 332 gramos per cápita de Ecuador, país productor, pero muy lejos de Perú (1,8 kg per cápita) y Bolivia (5,2 kg per cápita). A diferencia de Perú y Bolivia, donde los alimentos andinos son un elemento fundamental en la cultura, en Ecuador se evidencia un cierto desarraigo con nuestros orígenes, lo cual se refleja en la alimentación, señala Martínez.
Similar impresión mantiene Felipa Quinatoa, investigadora Nacional en la Universidad Amawtay Wasi. La catedrática señala que parte del problema es pensar que el cereal es solo para consumo de animales. «Se lo vende como alpiste para alimentar a los pollos, pero sus propiedades pueden ser empleadas como alimento para los seres humanos», dijo.
En las instituciones estatales tampoco se contempla al producto como una prioridad. PERIODISMO PÚBLICO tomó contacto con el Ministerio de Agricultura y Ganadería para conocer si impulsan proyectos relacionados con el mijo. Personal del Departamento de Comunicación informó que no tienen ninguno en marcha.
Lo mismo se consultó en el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Iniap) y reveló que tampoco cuenta con estudios.
También se tomó contacto con personal de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con su base en Ecuador. La respuesta fue la misma. «No hay estudios ni cifras de producción».
¿Desea conocer cifras de la producción del mijo en el mundo? Ingrese a esta imagen en donde conocerá el ritmo de la producción del cereal y de otros productos:
En cambio, el Ministerio de Salud informó a este medio de comunicación que no tiene contemplado realizar charlas ni capacitaciones, para promover el consumo del mijo, ya que «no es ampliamente conocido entre la
población». No obstante, señala que «se puede empezar a hablar acerca de este cereal y sus propiedades nutricionales».
Asimismo, la Cartera de Salud plantea que se debe profundizar en estudios o investigaciones sobre los beneficios del mijo para la salud, así como sus posibles aplicaciones profesionales en el sector sanitario.
El mijo ayuda a combatir casos de desnutrición
La nutricionista Estrella lamenta que -al menos en un largo período- no se tome en cuenta al consumo del cereal. La experta está convencida de que el consumo del producto podrá ayudar a reducir los cuadros de desnutrición en el país.
El pasado 5 de septiembre, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) presentó los la Primera Encuesta Especializada sobre Desnutrición Infantil (ENDI) diseñada para conocer el estado nutricional de los niños en el Ecuador.
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El estudio identificó las características sociodemográficas de los hogares, antropometría (talla y peso de los niños), niveles de anemia, entre otros.
Se conoció que en el Ecuador el 1% de menores de 2 años presenta Desnutrición Crónica Infantil (DCI). La sierra rural es la región con mayor porcentaje, 27.7% de niños que sufren de desnutrición crónica.
En general, Ecuador es el cuarto país con mayor índice de DCI en la Región después de Honduras (19.9%); Haití (20,4%); y Guatemala (42,8%).
Los expertos coinciden en la necesidad de continuar con campañas para difundir la alimentación con productos ancestrales, no solo por resguardar costumbres ancestrales, sino también para alcanzar mejores niveles de salud.
Ese criterio lo comparte dona Martha Guamán, quien se considera una madre de familia que trata «de preservar la alimentación saludable y ancestral», pero reitera que es complicado. «Dan más espacio a las comidas grasosas y enlatadas. Eso no me gusta. Yo quiero que mis hijos coman sano», enfatiza. (I)