Pablo Salgado J.
Escritor y periodista.
La pandemia ha afectado profundamente al sector cultural. No solo en Ecuador sino en todo el mundo. De acuerdo al exministro de Cultura, Juan Fernando Velasco, las pérdidas del sector superarían los $ 80 millones. Sin embargo, las ayudas desde el Estado son escasas o nulas. Los ofrecimientos del exministro -hoy candidato- quedaron solo en eso; nunca se concretaron. Y la nueva ministra -encargada- Angélica Arias, ni siquiera se ha pronunciado, peor ha presentado algún plan para reactivar al sector cultural.
La precariedad en la cultura la combaten con creatividad, con férrea voluntad y compromiso de vida. Es el caso de varias pequeñas editoriales -y librerías- independientes que si bien han disminuido el ritmo de sus publicaciones no han cesado en sus proyectos editoriales. Por ejemplo Severo Editorial, que el año anterior publicó dos magníficos libros, Sanguínea, de Gabriela Ponce; e Historia de la leche, de Mónica Ojeda, acaba de publicar una joya de la poesía contemporánea: La habilidad de los caballos, de Roy Siguenza. Un libro que reúne -por vez primera- la poesía de sus cinco libros publicados, en 30 años, y además la poesía inédita escrita en el último año.
Para hacer posible esta publicación, Severo Editorial propuso una co-edición a la casa editorial de la Universidad San Francisco, USFQ PRESS. No hay otro camino, es la hora de los proyectos colaborativos. Hay que juntarse y caminar de la mano para sobrevivir y no morir en el intento.
Roy Sigüenza es, sin duda, uno de los mayores poetas ecuatorianos de su generación. Pero un completo desconocido para casi todos los ecuatorianos. Esa es la realidad de un país, que no reconoce ni valora a sus artistas y creadores. Un poeta nacido en Portovelo, ese pequeño y hermoso -pero olvidado- pueblito patrimonial de la provincia de El Oro.
Sigüenza no forma parte de las sectas literarias que conviven en círculos de elogios y halagos. Tampoco es de los escritores que se auto-promueven y auto-promocionan, ni de los que rinden culto para recibir invitaciones a encuentros y festivales. No, Roy escribe y con timidez, de vez en cuando, aparece en una presentación o en una lectura. Pero sus libros y su poesía perviven en quien los lee.
Desde ese rincón colorido, del sur del país, Roy nos cuenta su proceso de escritura: “Hay una constante creativa que genera una primera línea o un primer texto poético terminado, o son apuntes que luego pasan por el rigor de la crítica personal, soy poco condescendiente con migo mismo. De ahí la alegría de la fiesta que ocurre cuando dices: esto está aterminado, esto es cierto. Mi técnica se va generando, no está pre establecida, se va generando conforme va demandando el texto y la sensibilidad.”
Si bien son un secreto las cifras de la industria editorial mundial, se reconoce unas pérdidas que sobrepasan el 15% durante la pandemia. En Ecuador no tenemos cifras de las pérdidas, pero sabemos que es un mercado pequeño, marginal, casi inexistente para las grandes editoriales. Y es por esto que, hace varios años, decidieron dejar el Ecuador, pues no les resulta un mercado rentable. Además, en Ecuador no tenemos políticas públicas para el sector editorial y el Plan Nacional del libro y la lectura ha sido un gran fracaso. Y aquí radica, precisamente, la importancia de las editoriales independientes que, como Severo, asumen el compromiso de publicar con seriedad, con conocimiento y, sobre todo, con calidad. No se trata solo de vender. Se trata de publicar obras que merecen ser leídas.
La habilidad de los caballos es un libro que merece leerse, que debería estar en las bibliotecas del país y los profesores deberían incorporar a sus clases la poesía de Roy Sigüenza. Y, por su puesto, es un libro que debe estar en todas las librerías del país, no solo en las independientes. Una obra que en las grandes librerías de los centros comerciales debería ocupar los estantes de los “best sellers” y libros de autoayuda.
En tiempos desesperados de virtualidad y conexiones a través de ventanitas en pequeñas pantallas, Severo optó por publicarlo en físico y no en digital, mas aún cuando antes de la pandemia ya estaba precarizado el sector editorial: “Tuvimos la opción de sacar el libro digital, pero no quisimos porque implicaba no trabajar con imprentas, y que el libro no circule con librerías, que es el principal contacto entre un autor y los lectores. Implicaba también que iba a unas plataformas monopólicas, como Kindel o Amazon books, que son grandes corporaciones que no tienen nada que ver con el tabajar con una librería. Y significa que ya no cuentas con gente de distribución y circulación. Es decir, se pierde toda la cadena de valor del libro,” nos dice Fausto Rivera, director de Severo.
Las más importantes Ferias del libro del mundo se cancelaron y, en otros casos, se realizaron de modo virtual, lo que implicó pérdidas en la comercialización de libros. En Ecuador igual, la Feria de Guayaquil fue virtual, y lo será la próxima Feria del libro de Quito.
Con ferias o sin ferias, presenciales o virtuales, La habilidad de los caballos, de Roy Sigüenza, sobrevivirá y cabalgará largo tiempo porque es, como la belleza, pura poesía perdurable. (O)
