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El presidente electo y cuando la cultura se viste de naranja

EL PRESIDENTE ELECTO Y CUANDO LA CULTURA SE VISTE DE NARANJA

Pablo Salgado periodista y es escritor
Pablo Salgado* periodista y escritor

Guillermo Lasso propuso al país un plan de gobierno abiertamente neoliberal; reducir significativamente el tamaño del sector público, privatizar las más importantes empresas del Estado (las mas rentables); desregulación, reducir impuestos y aumentar los incentivos tributarios y fiscales para los privados.

Este modelo económico es el que triunfó en las urnas. Lasso lo presentó y la mayoría de ecuatorianos votó por él, aunque con un importante voto nulo. De ahí que tendrá toda la legitimidad para su implementación; con todas las consecuencias y costos sociales que un modelo privatizador generará en la mayoría de ecuatorianos, tal como ha sucedido ya en los países en los cuales se ha implementado.   

Los primeros anuncios que Guillermo Lasso realizó como presidente electo fueron dos: la eliminación de la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, SENESCYT; y la derogatoria de la Ley Orgánica de Comunicación.

La eliminación de SENESCYT generará un importante retroceso en la educación superior. Favorecerá y multiplicará las universidades privadas. Es decir, la educación superior será un negocio aún más rentable. Al fin y al cabo, el neoliberalismo está configurado para generar ganancias y expandir los mercados sin órganos reguladores que establezcan límites. Al eliminarse la Ley de Comunicación, se quedará sin efecto el art. 98 que era una demanda del sector audiovisual. Pero sobre todo, volvemos al viejo discurso de la autorregulación que, como hemos podido constatar en estos cuatro años, simplemente no es posible.

Pero, y ¿la cultura y los patrimonios? No conocemos, con certeza, qué sucederá con la Ley Orgánica de Cultura, ya que el Presidente electo nunca se pronunció sobre este tema. Lo que si sabemos es que durante los cuatro años del gobierno del presidente Moreno,  con sus cuatro ministros de cultura, se incumplieron casi en su totalidad sus mandatos. El gobierno de Moreno gestionó la cultura incumpliendo la Ley.

Si aplicamos para la cultura la misma lógica que Guillermo Lasso utilizó para la educación y la comunicación, podríamos decir que no debería sorprendernos si también se deroga la Ley orgánica de Cultura, se reduce (o suprime) el Ministerio de Cultura y se crean más incentivos para el sector privado y su participación en la cultura.

Es más, si analizamos la propuesta del presidente electo para la cultura, que es el fomento de la economía naranja, la Ley  de Cultura no hace falta. Así como la educación superior no necesita de un órgano rector; tampoco el sector de la cultura necesitaría de un Ente rector.

Recordemos además que los incentivos tributarios para que las empresas privadas participen en actividades culturales, no están en la Ley de Cultura sino en la Ley Humanitaria. Y la respectiva norma técnica para su implementación está en el  Servicios de Rentas Internas, SRI.

En el tema de los patrimonios, es el estado quien debe asumir y garantizar, su preservación y conservación. Es una tarea que no la pueden asumir los privados. Sin embargo, ciertos bienes patrimoniales, e incluso museos, centros culturales, y mas repositorios podrían ser transferidos a instancias locales (Municipios) y a fundaciones privadas, como ya ocurrió hace varios años.  Y para ello, ya el gobierno de Moreno allanó el camino.

Muchos de estos repositorios serán articulados al turismo, para obtener rentabilidad. El Tren de Alfaro, por ejemplo, será entregado a empresas turísticas privadas para que vuelva a funcionar con una lógica de negocio y rentabilidad; no serán las comunidades que habitan las rutas del tren las beneficiarias, sino las grandes operadoras turísticas.

En su plan de gobierno para la cultura, el presidente electo mencionó varias medidas para apuntalar la denominada Economía naranja. Entre otras, Lasso propone lo siguiente:

Espacios públicos de entretenimiento y cultura, en coordinación con iniciativas privadas. Espacios especializados con programación de artistas locales con RUAC activo.

Carrera en administración y gestión de negocios musicales, artísticos y culturales. Los artistas también son profesionales.

Arte, entreteniminto y cultura sin trámites; reduciremos los aranceles para la importación de artículos  para la creación artisitica. Eliminaremos impuestos y la excesiva regulación y trámites. 

-La adquisición de derechos de autor y propiedad industrial  y derechos conexos.

-Sistema nacional Impulso creativo; incentivos creativos a empresas para financiar proyectos culturales e investigación en ciencia y tecnología: migrar del extractivismo a una  economía con riqueza cultural y creatividad.

-Préstamos y fondos concursables;  financiar obras a cambio de conciertos públicos y gratuitos. 

-Incentivos, exoneraciones y beneficios tributarios y fiscales.

Son líneas claras de lo que será la gestión del nuevo gobierno en cuanto a la cultura. No hay dónde perderse. Son las politicas culturales que aplicó Mauricio Macri en Buenos, como Alcalde, y luego en Argentina, como presidente. Y las que aplicó José Ma. Aznar en España, y ahora las ejecuta Iván Duque -uno de los mentores de la economía naranja- en Colombia.

Pablo Cardoso, de la Universidad de las Artes, es muy claro respecto al nuevo presidente y señala que: “La gestión cultural en el nuevo gobierno será una matriz que hace referencia al enfoque liberal de la economía naranja. En dos paginas de  su plan de gobierno,  el presidente electo  expresa la gestión cultural desde la perspectiva de industria. Tin Tan, que es el espacio en donde se generó el plan de gobierno, hace referencias explícitas al audiovisual colombiano, por ejemplo.  Ese enfoque se va a establecer en la continuidad del proyecto Ecuador creativo (Impulso Creativo), un sistema de incentivos arancelarios, fiscales y liberales para impulsar la oferta de cultura. Por otro lado, no hay ninguna mención al Sistema Nacional de Cultura, o al Ministerio de cultura, o a los Institutos de fomento. Y  nos queda ese gran punto de interrogación, puesto que la reducción del tamaño del Estado es parte de su plan de gobierno.”

De su parte, el historiador Santiago Cabrera, señala que: “La idea del nuevo gobierno irá por la propuesta de la relación de la producción industrial con determinados procesos culturales. La idea irá por tomar algunos aspectos del ámbito cultural que pueden ser rentabilizados. Caminaremos hacia la integración del campo de lo cultural con otros espacios como el patrimonio material, y enlazarlo al espectro del turismo. Desde mi punto de vista sería un retroceso. ¿Qué va a pasar ahora, cuando se imponga esta visión tecnocrático-rentabilizadora? Los bienes útiles pasarán al campo del turismo  y los espacios y bienes que pueden autogestionarse pasarán a las industrias naranjas. Esto es muy complejo, aunque ya vienen creándose los hitos, como el decreto 0035 expedido por el ministro Julio Bueno, que deroga la gratuidad.  

La visón que entiende que los museos son espacios de conocimiento, de saberes, de  de divulgación de la identidad cultural de las personas, desaparece porque hay que rentibilizarlos. Y empezar a rentabilizar el acceso a los bienes patrimoniales es un camino a la privatización.”

Es el modelo neoliberal que ganó las elecciones y que, por tanto, será inplementado por Guillermo Lasso. Sin embargo, y ojalá nos equivoquemos, en los lugares en los cuales se ha implementado estas políticas de fomento de la industria naranja se ha beneficiado a las grandes corporaciones e industrias culturales, sobre todo del audiovisual, en desmedro de los pequeños y medianos proyectos y colectivos culturales, el resultado ha sido la profundización de la precarización de los espacios, de los artistas y gestores culturales y la supresión de la diversidad. Es el mercado el que se impone, es el que determina los contenidos, el gusto y el consumo de bienes y objetos culturales. Y en el mercado, como bien sabemos, siempre el pez mas grande se come al chico.

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